Hasta hace 24 horas el gobierno del criptoestafador Javier Milei intentó cubrirse de un halo democrático. Podía ser adulador de los poderosos, desdeñoso de los humildes y despiadado con sus enemigos, sí, pero estos estaban conformados por la “casta política” y los “zurdos de mierda”. La activa presencia en la Plaza del Congreso, ayer, de fuerzas de la Policía Federal, la Gendarmería, la Prefectura, la Policía de la Ciudad y el Servicio Penitenciario contra una marcha de jubilados e hinchas de fútbol, así como el dispendioso uso de gases, balas de goma, palos y carros hidrantes, quebraron definitivamente aquella pretendida imagen.
Como resultado de la violencia del Estado, el fotógrafo Pablo Grillo recibió el disparo de un cartucho de gas lacrimógeno en la cabeza, sufrió una grave fractura de cráneo y lucha por su vida. La imagen adicional de una jubilada de 87 años golpeada con un palo en la cabeza que la hizo caer desplomada, sintetiza la brutalidad policial y el perfil del gobierno, cuya ministra de Seguridad se jactaba de sus dotes represivas.
Fue tristemente célebre aquel general y gobernador argentino que, durante los años de la dictadura militar, expresaba sin pudor su propósito de eliminar sucesivamente a subversivos, colaboradores, simpatizantes, indiferentes y, por último, a los tibios. Son otros tiempos, pero la idea de arremeter contra jubilados que reclaman sus más elementales derechos, y contra jóvenes decididos a apoyarlos, forma parte de la siniestra tradición de la espada, que no se detiene ante nada ni nadie.
No es casual que en medio de las protestas de ayer en Buenos Aires se escuchara el grito “¡Que se vayan todos!”, consigna de las protestas populares que, a principios de este siglo, expresó la crisis de legitimidad de los gobiernos argentinos y la decisión del pueblo de deshacerse de ellos. El supuesto cruzado contra aquella casta, el criptoestafador Milei, se suma entusiasta a esa lista y deja avizorar lo que está por venir.
La Habana, 13 de marzo de 2025

Por REDH-Cuba

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