«No hay razón alguna para hacer la menor concesión al imperialismo».
Fuente: Centro Fidel Castro Ruz
Vivimos en la época del imperialismo, aunque dure mucho más de lo que necesitamos y se manifieste de muy diversas formas, su esencia explotadora y expansionista no se ha modificado, de ahí deriva la necesidad de estudiar profundamente sus características y manifestaciones.
Mucho se conoce de la posición antimperialista de la Revolución Cubana y su líder histórico, pero algunos pretenden minimizar sus ideas sobre el imperialismo, porque las reducen a diferencia de principios irreconciliables con el imperialismo yanqui. El propio Fidel explicó: «Nuestro caso nos ha enseñado, por los problemas que hemos tenido con nuestro imperialismo, es decir, el imperialismo que está contra nosotros en definitiva, los imperialismos son todos iguales, y son todos aliados. Un país que explote a los pueblos de América Latina o de cualquier otra parte del mundo es aliado en la explotación de los demás pueblos del mundo».
La acción agresiva del imperialismo yanqui en la región y el análisis de sus consecuencias sobre la realidad cubana y latinoamericana, zona natural del imperialismo norteamericano, evidenció el régimen de explotación a que hemos estado sometidos y la necesidad de ser concientes y luchar contra el imperialismo, en el concepto que nos aporta Fidel:
«¿Qué puede esperar esta clase, que ha cambiado el curso de la historia en otras partes del mundo, que ha revolucionado al mundo, que es vanguardia de todos los humildes y explotados, ¿qué puede esperar del imperialismo, su más irreconciliable enemigo?».
Esta idea, derivada de caracterizar y evidenciar la naturaleza explotadora y hegemónica del imperialismo fue desarrollada por el Comandante en Jefe a lo largo de su vida y constituyó la base objetiva del fortalecimiento de la conciencia política antimperialista.
Al abordar este tema, sentimos que interpretamos a nuestro Comandante en Jefe cuando expresó: «Enajenarnos y quedar a merced de las todavía poderosas fuerzas del imperialismo. Sería una estrategia torpe y una colosal miopía política».
El triunfo de la Revolución Cubana y sus primeras acciones confirmó la posibilidad de la independencia y el desarrollo fuera del sistema capitalista, se reforzó el vínculo entre independencia y antimperialismo, ello que quedó evidenciado desde fecha tan temprana como 1960, en la Declaración de la Habana cuando refrendó en su sexto por cuanto: «La Asamblea General Nacional del Pueblo de Cuba condena, en fin, la explotación del hombre por el hombre, y la explotación de los países subdesarrollados por el capital financiero imperialista». Esta idea se profundiza en la Segunda Declaración de la Habana, documento en que Fidel caracteriza la naturaleza imperialista y nos alerta sobre «el sello que acompaña a todos los actos del imperialismo, la hipocresía más inaudita».
Ese mismo año en Naciones Unidas señalaba:
«Si aquí a esta Asamblea llegara un personaje interplanetario que no hubiera leído ni el Manifiesto Comunista de Carlos Marx, ni los cables de la UPI o de la AP, o de las demás publicaciones monopolistas, y preguntara cómo anda repartido el mundo, cómo está distribuido el mundo, y en un mapa viera que las riquezas están divididas entre los monopolios de cuatro
o cinco países, sin ninguna otra consideración, diría: “El mundo está mal repartido, el mundo está explotado.
(…)
»Para qué darle más vuelta a la cuestión. Este es el quid de la cosa, incluso, el quid de la paz y de la guerra, el quid de la carrera armamentista o del desarme. Las guerras, desde el principio de la humanidad, han surgido, fundamentalmente, por una razón: el deseo de unos de despojar a otros de sus riquezas. ¡Desaparezca la filosofía del despojo, y habrá desaparecido la filosofía de la guerra! ¡Desaparezcan las colonias, desaparezca la explotación de los países por los monopolios, y entonces la humanidad habrá alcanzado una verdadera etapa de progreso!».
Al estudiar el pensamiento del Comandante en Jefe sobre el imperialismo es posible mostrar su evolución.
La década del 60 se caracterizó por el análisis de las manifestaciones y las consecuencias del imperialismo para los países subdesarrollados y también para el mundo en general. Podemos encontrar fuertes críticas a las organizaciones imperialistas y a sus planes engañosos que profundizaron en la conciencia latinoamericana. En este período se logró ampliar los cimientos de la solidaridad como respuesta a la conducta egoísta y hegemónica del imperialismo. Señaló el Comandante:
«(…) lo más común que une hoy a los pueblos de estos tres continentes y de todo el mundo, que es la lucha contra el imperialismo, la lucha contra el colonialismo y el neocolonialismo, la lucha contra el racismo y, en fin, todos esos fenómenos que son la expresión contemporánea de lo que debemos llamar imperialismo, cuyo centro, cuyo eje, cuyo soporte principal es el imperialismo yanqui».
La década del 70, con el fortalecimiento de la multipolaridad y la pérdida de hegemonía del imperialismo mundial y el recrudecimiento de las acciones yanquis en América Latina y en otras áreas del Tercer Mundo, posibilitó otro nivel de análisis sobre el imperialismo. A este período corresponde una de las más sucintas y coherentes críticas del siglo XX al imperialismo, expuesta en la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1979, cuando señaló los diez puntos que resumían las demandas de los países subdesarrollados en función de un Nuevo Orden Económico Internacional. El lanzamiento de la campaña por el no pago de la deuda externa y su presentación, no solo como un problema económico, sino también político y moral reforzó la conciencia latinoamericana contra el imperialismo.
La década de los 90 y la entrada del siglo XXI revelaron nuevas manifestaciones del imperialismo que reforzaron su esencia explotadora. La desintegración del sistema socialista en Europa resultó catalizadora del carácter hegemónico del Imperio, y se profundizaron las relaciones de explotación en las nuevas condiciones del mundo unipolar.
El lanzamiento por el Gobierno de EE. UU. de la Iniciativa para las Américas y los ajustes que esta requería, agudizaron la dependencia y la extrema pobreza en nuestros pueblos latinoamericanos, la economía especulativa se separó de la economía real y se exacerbaron las contradicciones del imperialismo.
Tales condiciones, trajeron de nuevo al centro del debate la imposibilidad del desarrollo en los marcos del capitalismo, siendo esa la dirección principal en la lucha contra el neoliberalismo y la globalización y Cuba se convirtió en escenario de discusión plural en la búsqueda de alternativas y consensos al neoliberalismo con el desarrollo de los eventos de solidaridad, y los de globalización y problemas del desarrollo.
Una síntesis de las ideas más importantes del pensamiento de Fidel Castro Ruz sobre el imperialismo son:
• Es heredero del pensamiento antimperialista de los próceres de nuestra América y especialmente de Bolívar y Martí.
• Constituye voz de denuncia de los países del Tercer Mundo, al comprender el imperialismo como etapa histórica transitoria lo que unido al dominio de sus rasgos y manifestaciones económicas y políticas, sirvió de soporte técnico del discurso y accionar político desplegado por el Comandante en Jefe como líder de la Revolución Cubana y en post de la unidad latinoamericana.
• Lo conceptúa como el principal enemigo de las revoluciones, no solo de la Revolución Cubana, sino de todas; y este enfoque es base de la solidaridad que necesitan los pueblos del Sur.
• Consecuente con la idea martiana de «plan contra plan» el Comandante en Jefe estudió e interpretó cada nuevo rasgo del imperialismo en la etapa que le tocó vivir y formuló las ideas estratégicas para desarrollar la conciencia desde las posiciones del Tercer Mundo, o como decimos ahora desde el Sur:
Martí expresó: «Cree el aldeano vanidoso que el mundo entero es su aldea, y con tal que él quede de alcalde, o le mortifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal».
No aldeano, sepa que «La política imperialista yanqui nos recuerda hoy a la política de Hitler, nos recuerda los actos de barbarie del nazismo, … pero con …un poder de destrucción y de muerte incomparablemente superior a lo que jamás pudieron soñar los nazifascistas».
«Querer resolver esos problemas a través del capitalismo, en un mundo que se ha dividido entre países capitalistas inmensamente ricos y una mayoría de países inmensamente pobres como consecuencia precisamente del capitalismo, del colonialismo, del neocolonialismo y del imperialismo; …es como querer apagar el fuego con gasolina».
Por eso, hoy más que nunca decimos como nuestro Comandante en Jefe, «No hay razón alguna para hacer la menor concesión al imperialismo».