Un artículo de la periodista María Cristina Hernández, del pasado 14 de agosto de 2025, presentado en el influyente multimedio “Diario de las Américas”, revela indicios de una operación de inteligencia militar o de intervención armada, o ambas, contra el gobierno y pueblo bolivariano, que no se pueden subestimar y como mínimo invitan a denunciar, alertar y movilizar a las fuerzas revolucionarias y progresistas de Nuestra América y el Caribe, frente a las pretensiones del “Gigante de 7 Leguas” que anda engullendo mundos, como nos alertara tempranamente José Martí.
El recién despliegue de militares estadounidenses, principalmente infantes de marina, acompañados de buques de guerra, aviones y un submarino nuclear, es solo el escalón más visible de los que sostendrían el peso de las botas imperialistas yanquis contra ese hermano país.
En el citado artículo se dice, que el repentino incremento de la presencia militar norteamericana en el área caribeña y frente a las costas venezolanas “representa un movimiento estratégico, que envía un claro mensaje de fuerza al régimen de Nicolás Maduro y prepara el terreno para posibles acciones bajo el amparo legal del Título 50 del Código de Estados Unidos”.
La declaratoria, que revela entre tintes de arrogancia imperial, la posibilidad de otras acciones militares contra Venezuela y su legítimo gobierno revolucionario, transparenta la desfachatada prepotencia yanqui, de que, al amparo de instrumentos legales internos, tenga la patente de corso extraterritorial para chantajear, amenazar o agredir militarmente a quienes considere sus enemigos.
El propio secretario de Estado norteamericano, Marcos Rubio, con su proverbial tono de desprecio y odio hacia Venezuela, como también los tiene contra Nicaragua y Cuba, “confirmó en rueda de prensa esta movilización de tropas, alegando que los grupos criminales que operan «con impunidad en aguas internacionales, exportando a EEUU veneno», son una amenaza para la seguridad nacional de Washington”.
Ellos reconocen que el actual despliegue “parece ir más de una operación antidrogas de rutina para cumplir con objetivos de la seguridad nacional”, y ya sabemos que encierra “seguridad nacional”.
El medio de prensa obtuvo declaraciones de un militar, exsubdirector de inteligencia de las Fuerzas Navales del Comando Sur de EEUU, para quien la operación naval militar busca los mismos objetivos que la de marzo pasado en el Golfo de México, “para combatir la inmigración ilegal y el tráfico de drogas, en particular el fentanilo, justo después de que designara a los carteles mexicanos como una amenaza a la seguridad nacional”. Propósito que oculta las intenciones hegemónicas e imperiales de intentar amedrentar a gobiernos populares y valientes, como el de la presidenta de México Claudia Sheinbaum, para que se arrodillen frente a sus despropósitos.
Pero lo más peligroso es el sostenimiento de las mentiras, que después se expanden manipuladas por las máquinas de castración del pensamiento y el razonamiento crítico, de que el presidente Maduro está vinculado al narcotráfico internacional.
Recordemos que la fiscal general Pam Bondi, anunció hace poco el incremento de la bochornosa e ignominiosa recompensa por la captura de Nicolás Maduro, por un valor de 50 millones de dólares, y las posteriores declaraciones de Rubio y del subsecretario del Estado Christopher Landau, sosteniendo el embuste de que el gobierno bolivariano está vinculado al Cartel de los Soles, por ende, se le toma como una organización terrorista y una amenaza a EEUU.
«Todas las acciones que está tomando el gobierno norteamericano ahora mismo son parte de la articulación cuando el presidente dice que esta organización y sus líderes son una amenaza para los EEUU», explicó el militar consultado.
Con total ausencia de pruebas, muy apegados al guion de demonización, manipulación, engaños y mentiras que justifiquen invasiones, a la usanza de Iraq, Libia y Siria, la “fiscal Bondi indicó recientemente que la Administración de Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés) ha incautado más de 30 toneladas de cocaína vinculadas a Maduro y sus socios, casi siete ellas relacionadas directamente con el dictador venezolano lo que, a su juicio, «representa una fuente principal de ingresos para los carteles con sede en Venezuela y México». Es la práctica del viejo Oeste.
Continúa el artículo refiriendo que el exoficial de inteligencia de la Marina de EEUU, de origen venezolano, “menciona que es precisamente este incremento del tráfico de drogas que salen desde Venezuela lo que hace que Washington mantenga su presencia militar en el Caribe”. Es evidente cómo se refuerzan los reflejos condicionados en los potenciales lectores del medio, vocero de la Administración yanqui. La repetición intencionada de la matriz de opinión, que relaciona drogas, narcotráfico, amenaza a la seguridad nacional, Venezuela, crimen, régimen, Maduro; sin más pruebas que la calculada calumnia y las operaciones de guerra psicológica que se esconden en cada contenido del referido artículo, confirma la peligrosidad del hecho, que busca justificar una ulterior y probable acción militar contra el país bolivariano y contra su legítimo presidente.
«Venezuela es hoy una amenaza clara por el incremento del flujo de cocaína que sale de sus costas, desde La Guajira hasta el delta del Orinoco y la frontera con Guyana. El despliegue de elementos marítimos, ya sea de la Marina o la Guardia Costera, busca reprimir ese tráfico», apunta.
El Título 50 del Código de EEUU, le otorga al presidente la capacidad de ejecutar operaciones militares, abiertas o clandestinas, sanciones y confiscaciones de activos sin informar previamente al Congreso, o sea, una patente de corso para delinquir, para piratear. Fue ese mismo recurso “legal” el empleado por Trump para ordenar la operación para eliminar al general iraní Qasem Soleimani, en enero de 2020: «Eso es lo que le otorga el título 50 al presidente de los EEUU, y ahora cuenta con el Título 50 para tomar cualquier tipo de decisión sobre la amenaza del Cártel de los Soles y sus líderes», resalta el ex analista de Inteligencia norteamericana, Romero.
Por ello, no descarta que Maduro, Diosdado Cabello y Vladimir Padrino López, ministro de Defensa, “con recompensas de 50 millones, 25 millones y 15 millones de dólares, respectivamente, puedan correr la misma suerte del general iraní. «Técnicamente, es exactamente lo que puede suceder», subraya este ex oficial. Más abierta la intención de legalización de crímenes no pueden ser expresada, salvo con el arrogante cinismo de siempre de los supremacistas yanquis.
Finaliza el artículo con una amenaza: “Más allá de la retórica, el exoficial de inteligencia es claro: la estructura militar y de inteligencia de Estados Unidos está en capacidad de ejecutar una operación contra el régimen «en un corto tiempo», si así lo decide la Casa Blanca”.
«Si los Estados Unidos quieren terminar con Maduro y Diosdado, lo pueden hacer hoy. No cabe ninguna duda que la inteligencia y la defensa norteamericana está capacitada para llevar a cabo este tipo de operaciones en un corto tiempo», enfatiza.
Todo tiene un por qué y un para qué. Los de Estados Unidos quedan a la evidencia de la opinión pública y la Historia. Quieren repetir lo que hicieron en Panamá en diciembre de 1989, cuando bajo el pretexto de derrocar a un gobernante narcotraficante, dictador, que puso en amenaza la Seguridad Nacional de los Estados Unidos; el entonces presidente de EE.UU. Bush, padre, con plenos poderes para desencadenar una guerra no declarada, sin la anuencia de organismos internacionales y con la maquinaria mediática envenenando la opinión pública mundial, desató una invasión contra Panamá y capturó al exgobernante panameño, Antonio Noriega, juzgándolo en territorio norteamericano, aplicándole la leyes norteamericanas, declarado culpable, sentenciado a 40 años de prisión, cumpliendo 17 años, para después de ser extraditado a Francia en 2010, donde fue declarado culpable y sentenciado a siete años de prisión por lavado de dinero.
En 2011, Francia lo extraditó a Panamá, donde fue encarcelado por crímenes cometidos durante su gobierno, por los que había sido juzgado y condenado en ausencia en la década de 1990. Diagnosticado con un tumor cerebral en marzo de 2017, Noriega sufrió complicaciones durante una cirugía y murió dos meses después.
Algo similar pueden tener planeado para los líderes bolivarianos o reservarle el fatal y tortuoso destino de Sadam Husein o El Gadafi.
No obstante, Venezuela no es Panamá, ni Iraq o Libia. Ante cualquier aventura yanqui habrá una contundente y ejemplar respuesta cívico-militar chavista y bolivariana. Sería el Carabobo que consolidaría la independencia venezolana, el Girón de este siglo y el Ayacucho definitivo para la independencia de Nuestra América.
Les recomendaría al águila imperial que no se lance, Venezuela no es una presa, es un bastión.