Hay una tercera motivación para explicarse el operativo contra Venezuela, usualmente nunca abordado.
Previamente se han analizados otras 2 razones, ya sea lograr un “cambio de régimen” en Venezuela, para acabar con la revolución bolivariana o también una cortina de humo, para tapar la situación al interior de EEUU, en especial eludir el potencial descalabro de develarse los archivos de Jeffrey Epstein y un largo etc, sobre la realidad doméstica.
Fuente: Cuba Si
El tercero, quizás el más importante, busca desviar la atención de la opinión publica hacia el territorio donde el narcotráfico es bajo, para evitar la mirada indiscreta sobre los caminos, tanto marítimos como terrestres, por donde transcurre el mayoritario flujo de drogas prohibidas hacia EEUU.
Es decir, mostrar como que hacen algo contra el narcotráfico, en modo “el show debe continuar”, pero en rigor propiciar que este actúe libremente.
Para entender mejor el asunto, conviene responderse varias interrogantes.
¿El narcotráfico es un negocio redondo en EEUU? Si, aquí se concentra la mayor demanda a nivel global y el grueso del movimiento financiero internacional que este genera.
¿Quiénes son los que realmente gobiernan en EEUU?
Trump y en general el bipartidismo son la cabeza visible, la que actúa ante la gradería de la política, pero los que mandan son el complejo militar industrial/financiero altamente concentrado.
¿Este ecosistema bancario/guerrerista participa o saca algún “provecho” del narcotráfico? Obvio, a estos nada le es ajeno en ese país, mucho menos si es potencialmente colosal.
Entonces, ¿a santo de que el gobierno de turno en Washington querría o puede acabar con este negocio? La respuesta no soporta la lógica elemental de que no pueden ni quieren, que el narcotráfico se acabe.
Claro, pero el problema está en el desastre que provoca el narcotráfico, desde el punto de vista social, con su deriva en la política. Por tanto, ningún proyecto electoral en EEUU puede razonablemente prosperar si al menos no levanta la bandera de la “guerra contra los narcos” y si son narcoterroristas, mejor, liquidan dos pájaros de un tiro.
Así la realidad, Trump asumió que algo tenía que hacer según estos preceptos. Y para eso estaba el secretario de estado, que tiene en su agenda personal acabar con cualquier proyecto revolucionario, por caso Venezuela y dice que después Cuba, y en paralelo garantizar la vitalidad de este enorme negocio en EEUU, sin menoscabar las promesas electoreras enarboladas por Trump respecto al narcotráfico.
Lo primero es dejar establecido que la droga más “popular” en EEUU es el fentanilo, no es la cocaína y obviamente la primera no proviene del Caribe oriental, ni se produce ni fluye desde Venezuela.
Las cifras son elocuentes. Por ejemplo, las muertes por fentanilo en EEUU en 2023 fue de alrededor de 79 mil personas, superior a las calculadas respecto a la cocaína, con 29 000 fallecidos, en igual fecha.
Pero además opera otro asunto. El fentanilo es la droga no solo más letal sino sobre todo la más rentable, cuesta centavos producirla y se vende en cientos de dólares, hasta 20 millones de usd el kg, a lo que se suma una transportación y distribución fácil de gestionar.
Por su parte la cocaína, cuyo trasiego supuestamente justifica el despliegue aeronaval en el Caribe, requiere una logística más costosa y complicada, al cultivarse la coca base y después ser trasladada desde Suramérica, su conversión en cocaína y posterior introducción y distribución en EEUU.
Una vez que el negocio funciona, ¿cómo gestionar la multimillonaria cantidad de dinero que genera? Pues de eso se encarga la gran banca estadounidense, dígase el JP Morgan, el Banco de America, Citigroup o Wells Fargo los 4 bancos más grandes del país. Cálculos conservadores y lógicamente inexactos, hablan de miles de millones de usd lavados anualmente, solo por el comercio de fentanilo.
Pero no se crea que lo anterior está a la vista, nada de eso. Dada la exposición pública de estas instituciones financieras mencionadas, el lavado de narcodólares se ha redireccionado con el tiempo en lo que va de siglo, concentrándose en bancos “regionales”, en su mayoría dislocados en estados fronterizos con México como Arizona, Nuevo México y California.
Aunque formalmente estos bancos “regionales”, no son sucursales de los grandes, en la práctica responden a las reglas que impone el capital financiero altamente concentrado en EEUU, con la única ventaja, conveniente para todo el sistema, de que pueden evadir mejor el escrutinio público y federal.
El asunto no termina aquí. Se ha establecido la relación entre el narcotráfico, más narcolavado con el híper mercado de armamentos. Unos retroalimentan a los otros, ambos negocios son como hermanos inseparables; muchas veces opera un intercambio “sencillo” para los estadounidenses: te doy armas fabricadas en EEUU y a cambio, recibo drogas que siniestramente convierto en USD en efectivo “limpio”, y todos felices y prósperos.
En este punto emerge otra curiosidad, coherente con la arriba destacada.
Están las grandes corporaciones de la industria militar estadounidense, que cubren todo el espectro de los armamentos sofisticados, garantizan la espada de Damocles nuclear, lo aeroespacial, el ciberataque y demás hierbas del aparato bélico de alto perfil estadounidense.
Sin embargo, resulta que ninguno de esos grandes conglomerados producen las llamadas armas ligeras, las más empleadas por los carteles de la droga y asociados, como las ametralladoras Browning calibre 50, los fusiles AR-15 y los Barrett 0.50, las pistolas Glock y Colt, que provienen de empresas como FN America, Sig Sauer Inc o Smith/Wesson, por solo citar algunos ejemplos, son más.
Y siguiendo el patrón organizacional, también FN America, o Sig Sauer Inc tienen una estructuración, menos visible para las grandes pantallas y están imbricadas, con los bancos “regionales” ya señalados, que como vimos, responden en última instancia a las grandes instituciones bancarias.
Esta simbiosis, altamente sofisticada y eficaz en última instancia, sirve para volver totalmente opaco aquellos negocios bélicos y financieros que generan rechazo popular o que son “éticamente” cuestionables, como la propia producción de armas ligeras, alegremente comercializadas en el país, y que suelen enfrentar repulsas cuando se produce un tiroteo, cuando asesinan a un niño inocente en una escuela, por mencionar algo terrible pero harto frecuente.
Por encima de todo, los grandes inversores que dominan este complejo militar industrial/financiero; algunos incluso son bien conocidos como BlackRock o Vanguard, anunciados como gestores de inversión de fondos de disimiles orígenes y que manejan billones de usd en activos y en acciones de miles de empresas globales, incluidas las aquí reseñadas, las grandes y las “regionales”, ya sean bancos o industria armamentística.
Un experto en estos temas comparó esta eficaz arquitectura con un árbol monumental. Las hojas frondosas y visibles son el Banco de América o el Citigroup, las raíces están en BlackRock o Vanguard, que sustentan ramas tapadas por aquellas hojas, como los fabricantes de armas ligeras y los bancos “regionales”.
Y por si acaso, necesariamente el árbol se ramifica convenientemente en la política, con otro entramado de lobbys desplegados en los salones vetustos del Congreso, la justicia o el gobierno federal, y desde luego en la gran prensa, donde son usualmente propietarios de ella y de Hollywood, que nunca señala a estos accionistas en sus taquilleras películas de acción sobre el narcotráfico.
Así que ya saben, los que tenían la esperanza de que podría terminar o decaer la tragedia del narcotráfico, de la mortandad por el consumo de fentanilo o cocaína, gracias a la genial idea de Mr. Rubio y “su operativo” en el Caribe, se le avisa que han sido miserablemente engañados.
Como dijo el Apóstol José Martí, “en política, lo único verdadero, es lo que no se ve”; es como si lo hubiera dicho para aludir a esta situación. Por donde se le mire, no son aceptables ninguna de las tres razones abordadas, nunca la solución ha estado en agredir a Venezuela. Denunciar los claro oscuros de esta trama es como mínimo lo primero que debe hacerse. En eso estamos.
