El retorno de Salvador Borrego. Por Luis Hernández Navarro

Editorial Heidelberg, establecida en Monterrey, Nuevo León, republicó El hotel de las Cuatro Estaciones, de José Luis Ontiveros. En su catálogo pueden encontrarse libros de propaganda ultraderechista, como A handbook for Right-Wing Youth, de Julius Evola, 1973. El año en que nació el Front Nacional y otros artículos, de Francois Duprat, y ¿Qué es ser nacional-revolucionario?, de Juan Antonio Llopart Senent.

Nacido en Córdoba, Veracruz, en 1954 y fallecido en 2015, militante de grupos fascistas de acción directa –como Avanguardia Nazionale en Italia y en la España posfranquista–, admirador de Agustín de Iturbide y Maximiliano de Habsburgo, proletario-propietario que practicaba artes marciales y no soportaba a “los imbéciles con toga ni al neoprimitivismo skinhead o nazis de piel cobriza”, Ontiveros fue admirador del escritor francés fascista Drieu la Rochelle, el legionario de las letras (https://cutt.ly/63QeUch).

“En el fondo –escribió Javier Sicilia sobre el autor de El hotel de las cuatro estaciones – la sociedad del neocolonialismo sobre la que Ontiveros vuelve su desprecio no es, en su horror indecible, más que la extensión del modelo nazi, que el pensamiento ambiguo de Ontiveros también elogia: una humillación del espíritu (https://cutt.ly/D3QwSud)”.

El renacimiento de la literatura nazi en México no es un hecho aislado. En los más diversos tianguis de libros y puestos de mercados, se vende, con toda naturalidad, Mi lucha, de Adolf Hitler. Hasta hace pocos años, promover su lectura era un verdadero escándalo. Pero, ahora, su distribución se ha normalizado, de la mano de las simpatías de una franja de estudiantes hacia el neofascismo.

En los últimos meses se han realizado varios conciertos de rock de bandas con conjuntos internacionales y locales seguidores del nacional-socialismo. ¿Casualidad? ¿Quién pone la plata? Es parte de la guerra por las mentes y los corazones de los jóvenes, en la que desempeñan un papel relevante las tocadas de grupos de NSBM ( black metal neonazi), como la banda neofascista griega Der Stümer, en la Ciudad de México y Ciudad Juárez, en los que, entre canción y canción, la multitud coreó la consigna sieg heil (salve, viva, eterna la victoria), es decir ¡viva Hitler! o ¡salve Hitler! (https://cutt.ly/e3mVGnM)

Como señaló en las páginas de este diario Abraham Díaz, “México, desgraciadamente, está siendo punto de interés para la extrema derecha mundial. En octubre pasado, cinco agrupaciones neofascistas, no metaleras, se presentaron en un foro de Santa María la Ribera, como parte del concierto El imperio contraataca. Por si fuera poco, en noviembre se llevó a cabo la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC), en lujoso hotel de Santa Fe” (https://cutt.ly/u3mVpEM).

Se trata de una relación de ida y vuelta. En agosto y septiembre de 2022, un tatuador neonazi de la Ciudad de México realizó una gira por Europa. Estamos esperando tu glorioso regreso, compañero, le había escrito un facho de Allgäu, Alemania, en 2020, después de que el artista chilango se tatuó la cara, según el Centro de Documentación Allagaeu-Rechtsaussen (https://cutt.ly/Q3mVgjT).

Los neofascistas procuran también adiestrar cuadros. Algunos efectúan jornadas de formación y militancia. “Durante nuestra visita en México –dice Nacionalisté, uno de los grupos españoles participantes en estos eventos– nuestros activistas participaron en la conferencia Unión nacional revolución en la Ciudad de México. Cien activistas de diferentes organizaciones se reunieron en el salón, con los que hablaron cuatro oradores de España y México. Agradecemos todas las oportunidades que se pueden aprender de cerca con el funcionamiento de las organizaciones nacionalistas extranjeras.”

Aunque huela a naftalina, la simbología, logos y algunos comunicados de estas asociaciones, tienen, sorprendentemente, el tufo del viejo sinarquismo. Recuperan sus símbolos, diseños e ideólogos. ¡Salvador Borrego, el periodista filonazi, negador del holocausto, parece haber renacido!

No se trata de un movimiento homogéneo. Socialmente heterogéneos, hay varios tipos de neofascismo en el país. Unos reivindican la mexicanidad y otros aborrecen la piel del color de la tierra. Un sector reivindica las culturas prehispánicas de la raza pura y otro es unívocamente racista.

Sus integrantes son usualmente muy disciplinados. Su vida está organizada a partir de su fundamentalismo. Hacen ejercicio, no comen carne, no se revientan, no se meten drogas ni beben alcohol. Saben que se están educando para una misión, como si fueran parte del cuerpo de élite de Hitler. Asisten a universidades, principalmente privadas, y cursan licenciaturas y maestrías. Están preparando a sus cuadros para cuando llegue el momento de actuar. Algunos incluso pretenden incursionar en política institucional. Por ejemplo, el Movimiento Nacionalista Izhaninh se dice asociación civil que busca solicitar su registro como partido político en 2025, y defender los intereses mexicanos desde la tercera posición.

Tienen cuentas en Twitter y Facebook, aunque la tendencia dominante es a abrir canales en Telegram. Se presentan como Canales para la unificación de la hispanidad y su historia en general o Unión de jóvenes nacionalistas comprometida con el mejoramiento mexicano o ¡Sangre y honor! ¡Larga vida al nacional socialismo! o Nuestra patria es nuestra raza. Allá donde haya nacionalsocialistas será nuestra patria.

Para la estructura de sentimiento de algunos jóvenes no parecieran ser tiempos de rebeldías o rupturas sino de reacción y odio. Las agresiones al Foro Alicia (https://cutt.ly/Y3Qw1vE) o la instalación de puestos con suásticas en parques públicos muestran que, más allá de su etapa de preparación, han decidido pasar a la acción. Fieles a las palabras del creador de la Legión, José Millán Astray, gritan con él: ¡Abajo la inteligencia!

https://www.jornada.com.mx/2023/02/14/opinion/014a2pol

 

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