En contra del pueblo venezolano, al igual que ocurre con Cuba y Nicaragua, el imperio norteamericano y sus aliados arrecian sus ataques. Debemos estar muy alertas y preparados para seguir resistiendo y venciendo. La clave, como hasta ahora, está en la unidad de las fuerzas de la Patria, que con firmeza y optimismo, conscientes del rol histórico que nos ha correspondido desempeñar, seguiremos en la lucha diaria, acumulando victorias en la batalla permanente por nuestra construcción socialista.

El imperio no cesa en sus pretensiones de dominarnos, como lo demuestra la historia reciente de nuestro continente. Tratando de evitar el avance de los procesos progresistas y democráticos en la región ha implementado golpes de estado de todo tipo, desde los más “tradicionales” como en el caso de Venezuela contra el Comandante Chávez en 2002 y el Presidente Nicolás Maduro el pasado 30 de abril, hasta los llamados golpes parlamentarios y la judicialización de la política. Los juicios amañados contras líderes y lideresas progresistas de Nuestra América forman parte de ese guión; tal es el caso del proceso donde se condenó injustamente al ex Presidente Lula en Brasil, evitando que fuese candidato a la Presidencia de la República y, seguramente, electo nuevamente como primer mandatario de ese país. Es lo que pretenden hacer también con Cristina Fernández en Argentina y Rafael Correa en Ecuador.

En Venezuela, solo en la última década, el imperio norteamericano en complicidad con sus aliados internos y externos nos ha sometido a un criminal golpe de estado continuado, conformado, según el prestigioso intelectual Ignacio Ramonet, por cuatro guerras: la insurreccional, la mediática, la diplomática y la económica; a las que yo agregaría una quinta: la “institucional”. Su plan es provocar un estallido social y quebrar nuestra unión cívico militar, legado del Comandante Eterno.

Ante esto, trabajar por la unidad en la diversidad sigue siendo el gran reto histórico que tenemos por delante, para retomar la senda libertaria que demandan los pueblos de la Patria Grande que cambió para siempre, en un mundo cada vez más multicéntrico y pluripolar, como tan acertadamente lo vislumbrara el Comandante Chávez. Es nuestro deber, como patriotas, seguir arando ese camino hasta la concreción definitiva de nuestra independencia.

Nosotros, las y los revolucionarios, queremos transitar ese camino en paz. En por ello, que enarbolamos la proclama aprobada durante la II Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), celebrada en enero de 2004 en La Habana, que define a la América Latina y el Caribe como zona de paz; lo que supone “…el estricto cumplimiento de la obligación de no intervenir, directa o indirectamente, con los asuntos internos de cualquier otro Estado…”, resolver las diferencias que pudieran existir de forma pacífica; y “…respetar plenamente el derecho inalienable de todo Estado a elegir su sistema político, económico, social y cultural”.

Nuestro pueblo ha elegido mayoritariamente el camino de la Independencia, de la Soberanía, de la Justicia Social y de la Paz, y hemos demostrado que, si se puede, que siempre se podrá resistir para vencer, porque como sentenciara José Félix Ribas “no podemos optar entre vencer o morir, necesario es vencer”. Es lo que hemos hecho y seguiremos haciendo.

¡Con Bolívar y Chávez, Venceremos!

La Habana, 14 de julio de 2019.

Por REDH-Cuba

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