¡Gloria a ti, pues, bravo pueblo! Soy de Vd. de corazón, como lo hubiera dicho el propio Bolívar.
La gloria es la trascendencia. Esa es mi interpretación. La gloria que es reconocimiento, que es un activo para la memoria de los pueblos, que es la consagración de lo simbólico.
Lo grande se relaciona con una cualidad del espíritu, que tiene que ver con alcanzar “el escalón más alto”, como diría el Che. Así, del sentido de grandeza nos interesa la versión aristotélica que se concentra en destacar “la grandeza del alma”, o aquella otra del romanticismo, en este caso referida a la “grandeza moral” de las naciones o de los individuos.
Y lo útil proviene de una consideración a “los otros” a los que se busca servir eficazmente. Nada que ver con la “utilidad” en el sentido de beneficio propio, de la “rentabilidad” deshumanizada.
Las lectoras y lectores avezados, ya se habrán dado cuenta de por dónde voy. Puesto que estos son los tres elementos que se entrelazan en la conocida frase de Simón Bolívar, “la gloria está en ser grande y en ser útil”.
Y quiero referirme a ese concepto del Libertador, en este momento, para aplicarlo en elogio directo del pueblo venezolano y de su gobierno y, de una manera especial, del calumniado y asediado proceso que emprendimos para construir nuestra verdadera independencia.
De manera que hoy me sale del pecho exclamar sin rubor: “honor y gloria a la Revolución Bolivariana”. ¿Y por qué quiero hacerlo? Porque estoy convencido de que nuestra revolución es grande y es útil y así debe ser dicho a quien lo quiera oír.
Es grande en su moral, en el arrojo del alma colectiva que la sustenta, en su calidad política ante las dificultades, en el cultivo de su imaginación para no errar, en la honestidad intelectual con que se muestra, en el decoro de que hace gala contra la mentira. Lo es también en su intrepidez para confrontar la tempestad y en su decisión de vivir y de vencer. Y de no entregarse en ninguna circunstancia.
Y es útil por demás, no solo en relación a nosotros mismos sino, sobre todo, como acumulación de experiencias para los otros pueblos, para la causa humana en su conjunto, como referencia y como muestra de que un pueblo se hace invencible cuando se decide a ser libre.
¡Gloria a ti, pues, bravo pueblo! Soy de Vd. de corazón, como lo hubiera dicho el propio Bolívar.
Fuente: Blog del autor