“América Latina es una zona en disputa entre el proyecto imperial de los Estados Unidos y los proyectos progresistas, populares, nacionalistas, revolucionarios, que cada país ha venido gestando en los últimos 20 años”. Así lo dijo el Presidente Nicolás Maduro en la excelente entrevista que le acaba de hacer José Vicente Rangel.
Y es exactamente tal como lo expresó el Presidente poniendo su mirada sobre los años de este siglo, incluyendo los últimos acontecimientos de Bolivia. El proyecto imperial es única y exclusivamente de dominación, mientras que los nuestros, en sus distintas variantes, son de liberación. De manera que la fuerte contienda es inevitable.
Esta generación ha visto como nuestros pueblos esperanzados ponen en marcha sus propósitos emancipadores, cada uno a su manera, para alcanzar la plena independencia de una vez por todas, y derrotar esa pobreza estructural que es producto de una desigualdad de siglos. Y al mismo tiempo esta generación ha sido testigo también de cómo, a la contra, los EE.UU. han desplegado en cada caso su ferocidad imperial para tratar de impedirlo.
Pero esta es una lucha que viene de lejos.
Cuando extendemos nuestra mirada más allá, para abarcar los doscientos años que han pasado desde que se iniciaron nuestros procesos fundacionales como repúblicas, vemos que la condición de zona en disputa entre los intereses de dominación y los propósitos de emancipación, ha estado sobre el tapete todo el tiempo.
Los EE.UU. fuertemente implicados en los acontecimientos, “plagando de miserias la América a nombre de la libertad”. Y por su parte la Europa del poder, de alguna manera también involucrada, unas veces participando directamente en los conflictos, y otras con la abyecta disposición de los cómplices que se venden como neutrales. El Libertador, con la agudeza de su mirada geopolítica, resaltaba, a propósito de Europa, “la indiferencia con qué se nos ha visto emprender y luchar por la emancipación de la mitad del mundo”.
No son sino la historia, y la voluntad de nuestros pueblos, quienes habrán de proclamar, más temprano que tarde, al vencedor de esta disputa. Por nuestra parte estamos convencidos de que la victoria nos pertenece.

Por REDH-Cuba

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