No quiero insistir en la zona roja. Ya anuncié mi despedida, y fue triste y lindo a la vez. Pero hoy es el cumpleaños de un médico extraordinario, Miguel Acebo, hombre bueno y sabio, y supe que Martina le haría un regalo. Y entré con él otra vez. Así que me limitaré a decir que fue emotivo el momento: en complicidad con Michele, ella había ordenado la impresión de dos fotos. En una aparece con María y con el doctor, pero la otra capta un instante entre Miguel y Giovanna, la anciana de 94 años, que no puede describirse sin verse, de gestos, miradas y sonrisas. Así que coloco las dos fotos (las tenía desde ayer, pero no podía revelarlas), más la de hoy, cuando le entregan el regalo. “Es el mejor regalo que he recibido en Italia”, dijo Miguel. Las fotos vienen envueltas en un doble nylon, para que se elimine el primero y se desinfeste el segundo. Y claro, aprovechamos para visitar a otro pasajero que permanece a bordo en este barco. Antonio Pacelli, es su nombre. Tiene 82 años y un tampón negativo. Si hoy resulta nuevamente negativo en la prueba, mañana se irá. “Esta residencia la considero cinco estrellas –nos dijo–, porque he llegado de un Hogar de Ancianos que no tiene comparación con este Hospital COVID. Ustedes han sido espectaculares, super gentiles y atentos, era suficiente llamar para que dos o tres personas llegaran a atenderme con un cariño exquisito, les agradezco de verdad, de corazón, y estoy muy satisfecho de haber estado en esta estructura con médicos cubanos. Muchas gracias y buen viaje de regreso a casa”.

En la noche, los enfermeros del hospital nos hicieron una despedida. Cada uno trajo un plato preparado de su casa. Comida italiana de verdad, hecha en el hogar. Cuando entramos los cubanos, porque era una sorpresa –y como toda sorpresa que se respete, adivinada–, nos recibieron con un aplauso. Un cierre hermoso de día.

Por REDH-Cuba

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