Palabras inaugurales del III Seminario Internacional “Diálogos en torno a los derechos humanos”, a cargo del Dr. C. Yuri Pérez Martínez, profesor titular de la Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana y presidente del comité organizador.


Autoridades que nos acompañan,

Representantes del cuerpo diplomático acreditado en el país,

Delegados e invitados al III Seminario Internacional “Diálogos en torno a los derechos humanos”

Sin lugar a dudas el 2020 se erige como un año que marca un antes y un después en las estructuras socioeconómicas y sus componentes, así como en los diferentes ordenamientos jurídicos. El contexto de emergencia sanitaria, a partir de la pandemia por el virus SARS-CoV-2, revela profundas contradicciones de la contemporaneidad: modelos políticos e ideológicos que exhiben descarnadamente sus esencias imperialistas, intervencionistas e injerencistas, estados que colapsan en sus políticas públicas de salud y el desdibujo de algunos sistemas democráticos.

En nuestra opinión no asistimos solo a una crisis provocada por la enfermedad COVID-19, las situaciones excepcionales que esta provoca constituyen el detonante de una crisis mucho más profunda, una crisis estructural, de sistemas, de ideologías, una crisis de conceptos; que nos obliga a reformular, cambiar, modificar, transformar, incluso el ejercicio del pensamiento crítico y las maneras de hacer.

Durante mucho tiempo, los discursos liberal y neoliberal privilegiaron a los denominados derechos individuales en detrimento de los derechos sociales y culturales, se llegó al punto de demonizar aquellos diseños constitucionales como el cubano que apastaron por fortalecer al conglomerado social, a partir de la asunción de una ética de lo colectivo y de las significaciones sociales que ello implica.

La búsqueda de la justicia social, la igualdad y la dignidad plena del ser humano como valores esenciales, fundamentan la necesidad de una ordenación jurídica diferente de las sociedades, aunque siempre estará matizado por la base económica, el prisma de los intereses políticos e ideológicos, además de los elementos dimanantes de la hegemonía y el consenso social.

Precisamente, la situación de caos en la que vive hoy el mundo, reivindica la idea de que los análisis sociales no pueden hacerse desde el positivismo mecánico. Al contrario, he insistido en reiteradas oportunidades que deben realizarse con un enfoque multidimensional de variables económicas, políticas, jurídicas, sociales, entre otras. Es una lógica material que debe tener expresión formal.

La COVID-19 como factor que permitió hacer evidente esta crisis sistémica trastocó las profundas desigualdades sociales en el mundo, enfatizando en los sectores vulnerables y víctimas de las políticas neoliberales y que hoy -también- se solapan en la denominada “era pos pandemia” que se presenta desde los discursos políticos con trascendencia a los discursos del Derecho e implica una perspectiva contaminada de una ideología que sustenta como natural los efectos de esta crisis en un espacio donde se proyectan supuestas garantías a los derechos humanos.

“Pospandemia” será igual a más personas sin cobertura universal sanitaria, sin empleo, seguridad y asistencia social, a más seres humanos viviendo en la pobreza, a más niños y niñas que necesitan asistencia humanitaria, a más desigualdades. Por tanto, el enfoque de novedoso que acompaña a este constructo, para advertirnos la obligación de convivir con el virus y sus efectos, es intencional y construye una nube que esconde fenómenos que no son nuevos, que se acentuarán tras la pandemia.

La normalidad que se construye implica predominio de posiciones políticas y pone al descubierto la incapacidad del neoliberalismo y de los sistemas políticos neoliberales para hacer frente a una realidad que de normal no tiene nada. El lenguaje nunca es inocente. La resemantización que se propone con la idea de un mundo normal tras la pandemia capta las asimetrías sociales como un proceso cotidiano y con ella se intenta una operación semiótica de soslayar esas asimetrías y contradicciones, pero no para frenarlas y deconstruir los fundamentos en los que se sostienen, sino para acentuarlas y profundizarlas.

A lo anterior contribuye la existencia de plataformas mediáticas que intentan y pretenden hacer primar matrices de opinión que se erigen como verdades absolutas, como recetas a la medida y que promueven discursos de odio. Estas últimas, actúan en ocasiones como elementos globalizantes que buscan estandarizar conceptos y con ello, generalizar doctrinas y concepciones políticas e ideológicas, culturales, lingüísticas y de orden socioeconómico, desdibujando las fronteras y peculiaridades de cada sociedad, cada sistema democrático y las diferencias entre los sistemas conceptuales nacionales.

El conflicto democrático requiere siempre una proyección de ciudadanos politizados. Cómo se influye sobre el individuo, cómo convive con una pluralidad de discursos, en tanto pluralidad de intereses, y lo más importante, cuál discurso capta y cómo lo refleja en su conducta conforme a las dinámicas y condicionantes internas y externas que lo circundan.

En la actualidad, el fenómeno de la manipulación mediática se acrecienta en las redes sociales como escenario donde se define parte del conflicto democrático. Su utilización como mecanismo desestabilizador de las dinámicas políticas evidencia que constituyen instrumentos de poder con probada eficacia en sistemas políticos. Estos entornos digitales se muestran como catalizadores de golpes de Estado, crisis internas, descrédito de líderes políticos, judicialización de adversarios, entre otros ejemplos que acuñan su rol en la estructuración de un discurso elaborado sobre la base de fake news e hiperbolizando problemas internos, todo ello dirigido a legitimar determinados objetivos.

La pandemia también evidenció la fragilidad de los llamados derechos sociales y sus sistemas de garantías, como nunca antes se demostró que derechos humanos como el derecho a la salud pública y la asistencia social es responsabilidad de los estados quienes deben garantizar su acceso, gratuidad y la calidad de los servicios de atención, protección y recuperación. Un virus fue suficiente para exponer la incapacidad de muchos gobiernos para sostener políticas de prevención y enfrentamiento a la pandemia por no contar con sistemas de salud sólidos y de amplia cobertura.

En este escenario complejo, el Comité Organizador consideró a bien convocar, como ya es habitual, este diálogo entre diferentes ámbitos del saber científico y entre diferentes generaciones bajo dos ejes temáticos principales: el derecho a la salud en situaciones de emergencia sanitaria y la protección de los derechos de la infancia y la juventud.

El III Seminario Internacional “Diálogos en torno a los derechos humanos”, se celebra a un año y nueve meses de aprobación y entrada en vigor de la nueva Constitución de la República que marca un hito en la historia constitucional del país, un diálogo entre pasado, presente y futuro.

Ello supone que el diálogo como acción principal a desarrollar en estos días de reflexión profunda, pensamiento crítico, compromiso político y visión social, se realice sobre la base de una realidad jurídica-constitucional diferente.

En este lapso de tiempo, la consagración y constante perfeccionamiento del Estado socialista de derecho y justicia social, democrático, independiente y soberano, organizado con todos y para el bien de todos, impone retos, superar nuestras deficiencias y generar todas las condiciones para alcanzar la dignidad plena del ser humano, pero sin intervencionismo ni injerencias de ningún tipo.

Defendemos la supremacía constitucional y la legalidad, el diálogo profundo y respetuoso, la crítica para perfeccionar al socialismo, la legitimidad de las demandas sociales, la promoción y protección de los derechos constitucionales, la diversidad de criterios, pero sin presiones externas.

Creemos en el arte como concreción de la cultura nacional, en la libertad de creación artística en todas sus formas de expresión y como contribuye a promover significaciones sociales positivas, pero rechazamos que en nombre del arte se ultrajen los símbolos patrios, a la bandera de la estrella solitaria, a la que ondea en el corazón de cada cubano y cubana donde quiera que esté, la que nuca será mercenaria, ni amparará posturas anexionistas.

Para el seminario se ha diseñado un programa diverso que es expresión de la complejidad y la necesaria multidisciplinariedad en el abordaje de los derechos humanos y de esta manera contribuimos a dejar atrás, una de las problemáticas que en el orden científico y académico se manifestaba en el país: la fragmentación en el tratamiento del tema. Las citas anteriores, como el que hoy iniciamos se enfilan a la búsqueda de miradas múltiples, a una metodología que privilegia la investigación a partir de problemas que para solucionarlos sea imprescindible la diversidad de enfoques desde las ciencias sociales o las ciencias en sentido general.

Durante las próximas jornadas de trabajo, disfrutaremos, sin dudas, de excelentes conferencias, ponencias e intervenciones, tendremos ocasión de dialogar, reflexionar, debatir, confrontar nuestros conocimientos y meditar de conjunto para el perfeccionamiento de los derechos y sus garantías.

No me resta más que darles formalmente la bienvenida a todos los delegados e invitados. En nombre del Comité Organizador del III Seminario Internacional “Diálogos en torno a los derechos humanos”, las instituciones convocantes (Facultad de Derecho de la Universidad de La Habana, ACNU, UNJC, Centro Nacional de Educación Sexual) les expreso el agradecimiento por acudir a nuestra convocatoria. De manera especial, nuestra gratitud al Minsap, Unicef, la OPS y Los Portales S. A. por la colaboración.

Decía el más universal de los cubanos, José Martí: “Los derechos justos pedidos inteligentemente tendrán sin necesidad de violencia que vencer; que el único modo eficaz de mejorar los males sociales presentes, por medios efectivos, es el perfeccionamiento de la educación y la defensa ardiente de los derechos ennoblecedores y vitales que van envueltos en nombre general de la libertad”.

Con esta máxima martiana, auguramos éxitos en el seminario y que una vez más pongamos a la ciencia al servicio de nuestras sociedades.

Muchas gracias.

Por REDH-Cuba

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