Los servicios especiales estadounidenses, después de la Segunda Guerra Mundial, con el fin de garantizar la hegemonía global del imperio, perfeccionaron un grupo de eficaces «herramientas» de manipulación de las masas.

Utilizaron la industria de las Relaciones Públicas, la ingeniería del consenso, las modernas teorías de la propaganda y la guerra cultural, para intentar construir al ser humano ideal del capitalismo, atado a deseos prefabricados, esclavo del consumo, solitario y siempre temeroso.

Desde hace varios años se han puesto de moda diversas teorías conspirativas, la idea de que los poderes engañan a la ciudadanía se ha enraizado en mucha gente, y esto crea un margen de credibilidad para estas tesis, algunas inofensivas, incluso entretenidas, pero otras alarmantes.

Algunas de estas hipótesis son creadas por oportunistas que aprovechan las ventajas de las tecnologías e internet para ganar seguidores y enriquecerse con programas que manejan con efectividad el miedo de la gente; pero otras, la mayoría, son creadas en los laboratorios de los servicios especiales, con el objetivo de manipular y, sobre todo, desmovilizar, desviar la atención de los problemas reales hacia amenazas inexistentes.

Obsesionados con invasiones extraterrestres, el dominio de los reptilianos, las mentiras de la nasa, o complots donde siempre, «por casualidad» están involucrados los comunistas, a las personas se les difumina el rostro del verdadero enemigo.

Ahora, cuando estas teorías prefabricadas se utilizan como instrumento de los peores intereses del capitalismo, se transforman en una grave amenaza para toda la humanidad.

Vamos a referirnos a QAnon, que pasó de ser una más entre tantas teorías conspirativas, a convertirse en una corriente ideológica con impacto en varios sectores de la sociedad estadounidense.

Miembros prominentes del movimiento extendido por todo el país, fueron vistos dentro del edificio del Capitolio, portando el estandarte de la q, símbolo de QAnon el día del asalto a la sede del Congreso.

Los seguidores creen que el expresidente Donald Trump está librando una guerra secreta contra pedófilos de las élites del Gobierno, las empresas y los medios de comunicación de ee. uu. que adoran a Satanás.

Después de la derrota electoral del magnate, los seguidores de QAnon, se alistan, según dicen en las redes sociales, para enfrentar al Gobierno de Joe Biden cuando este intente apoderarse del país y establecer el socialismo, un absurdo increíble que despierta viejos terrores atávicos entre los ciudadanos de esa nación.

Se estima que millones de personas creen en las teorías de QAnon, y aunque es un fenómeno de Estados Unidos, las ideas de grupo también tienen influencia en América Latina.

Existen partidarios en Colombia, Costa Rica, México, Guatemala, Panamá, Brasil y Uruguay, donde no solo hablan de política, sino que atacan a las vacunas, niegan el cambio climático y la gravedad de la pandemia de la COVID-19.

Mientras, la gente no repara en el rostro del verdadero culpable, y el dinero fluye de las arcas para fomentar otros miedos y distraer a la opinión pública, sembrando estereotipos e imágenes distorsionadas que sirven de nuevas cadenas para sujetarlos, cada vez más fuerte, al carrusel suicida del sistema.

Fuente: Granma

Por REDH-Cuba

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