La revolución no será calco ni copia sino creación heroica…

JC Mariátegui

I. EL ALTO PRECIO DEL OLVIDO

Olvidar la principal lección del Amauta (La revolución no será…) tesis central de la teoría de la praxis marxista-mariateguista, condenó a la vieja y nueva izquierda, a 50 años de desvaríos y derrotas en la lucha popular.

Democratización desde abajo y desde arriba

Los que persistimos en la lucha por un Perú nuevo, con justicia y libertad, venimos arrastrando una larga derrota. Periodo de tan larga duración que se presenta en pocos países de América del Sur.

El largo ciclo de acumulación de fuerzas que se inicia en los años 60 del siglo pasado en nuestro país, tiene sus expresiones más altas en las luchas campesinas del sur andino, el protagonismo y movilizaciones estudiantiles,   la organización gremial del proletariado, y especialmente en la formación de los núcleos socialistas que devienen en partidos políticos de orientación marxista.

La emergencia del gobierno militar reformista, en 1968, altera todo el escenario político-social. Va a actuar como un dinamizador de la organización y movilización popular pues le era funcional en su lucha contra la oligarquía y el imperialismo USA. En la esfera política el accionar izquierdista le permitía neutralizar y combatir a los partidos políticos conservadores, especialmente al APRA, que era la fuerza política más organizada con  que contaban las clases recientemente afectadas por el velasquismo, y Acción Popular, organización partidaria desalojada del gobierno el 03 de octubre de 1968.

Esta compleja situación política, que amalgama impulsos anti oligárquicos y antimperialistas, estaba unido a una matriz política de corte autoritario,  que  buscaba, en última instancia, detener y neutralizar la lucha popular. En el mejor de los casos, acciones manipuladas en la confrontación con sus enemigos principales, la oligarquía y el imperialismo norteamericano.

Proceso lleno de ambigüedades y variantes, produjo una ampliación de los márgenes económicos y sociales que beneficiaron a los sectores populares. Se dio de hecho una democratización de la sociedad que se tradujo en una amplia organización social y gremial de los sectores subalternos: campesinos, obreros fabriles, pobladores barriales, empleados públicos, estudiantes, etc.

Algunas de las reformas más avanzadas del velasquismo  produjeron transformaciones modernizadoras en la sociedad peruana: la reforma Agraria, que elimina la gran propiedad latifundista y pone fin a la servidumbre, la Ley de Comunidades nativas, Ley de la Comunidad Industrial; teniendo como fondo una política internacional soberana y autónoma. Todo esto trajo como consecuencia una situación inédita en nuestro país, una especie de Pachakuti desde arriba, desde uno de los poderes fácticos.

Abandonada la praxis  Mariateguiana, de La revolución como creación heroica, y sustituida por el dogma o la sujeción a centros externos de decisión política, la izquierda socialista no fue capaz de entender lo que estaba sucediendo.

Finalmente, al margen y muchas veces en contra de la izquierda socialista,  las transformaciones modernizadoras y democráticas se instalan en la sociedad peruana y se van a expresar  en la Constitución Política de 1979.

Cambio constitucional, expresión del cambio de correlación de fuerzas sociales

Una constitución es el resultado de una correlación de fuerzas determinada y expresa los intereses de quienes han alcanzado la hegemonía en la sociedad, en ese periodo. La constitución legitima los intereses que se hacen dominantes y los expresa jurídicamente en un nuevo régimen de estado. Así, la constitución de 1979 traduce las reformas sociales y económicas (algunas de carácter irreversible) que realizó el velasquismo y tuvieron que ser incluidas en esta constitución.  Progresista, de importantes logros sociales: Reforma Agraria, Ley de comunidades nativas, quechua, idioma oficial, voto al analfabeto, entre otros; y expresa la derrota y retroceso de las fuerzas oligárquicas y terratenientes.

Esta constitución revela uno de los pocos momentos en que la izquierda sintonizó con los requerimientos de la nación y la historia.

Constitución de 1993, quiebre de la democracia y derrota de las fuerzas socialistas y democráticas

La constitución de 1993, es la cara opuesta a la constitución de 1979. Se produce como consecuencia de la profunda derrota del movimiento popular, de las fuerzas democráticas y la izquierda. Sobre los graves errores políticos, estratégicos y programáticos mencionados, se produce la derrota de las fuerzas populares, la casi eliminación de la esfera política y la fragmentación de toda la sociedad, no solo del movimiento popular.

Por eso, la desorganización y desmovilización social en el Perú es más profunda y amplia que en cualquier país de América Latina. No solamente se liquidó, literalmente, la dirigencia y organización popular sino que esto fue perpetrado por gente que decía ser socialista, perteneciente al campo popular, SL. Su demencial accionar y la monstruosidad   de sus crímenes, abrieron las puertas a la guerra sucia y los crímenes de estado de Fujimori y las FF.AA.

El fúnebre panorama social dejado por estas dos fuerzas criminales se acentúa y prolonga hasta la actualidad porque el silencio cómplice de la izquierda, frente a SL permitió que la derecha cavernaria y su coro mediático, construyeran una narrativa perversa y poderosa, en que el socialismo, el marxismo es presentado como sinónimo de terrorista. Cualquier socialista o simpatizante del marxismo, es tildado de terrorista.

Recién en esta campaña el estigma empieza a perder eficacia. La ciudadanía  va tomando conciencia de que se trata de una sistemática campaña de manipulación  mediática, para asegurar la permanencia de las políticas nefastas y anti peruanas, creadas y aplicadas por Fujimori desde 1992.

Es sobre esta derrota social-popular, que se establece una correlación de fuerzas conservadora con soporte popular. Se rompe el empate catastrófico instalado en la década del 70.  El populismo conservador que instala Fujimori rompe este empate configurando una sociedad fragmentada y capturada por el modelo y el sentido común neoliberal. El Sálvese quien pueda y el culto al dios mercado, con base social popular. Largo interregno de derrota y conformismo que dura 30 años.

Las inesperadas y espontáneas movilizaciones de noviembre del 2020 llegaron a expresar el hartazgo de los peruanos frente a tres décadas de modelo neoliberal, que produjo un espejismo de progreso, que sectores conservadores y sus medios presentaron como pujante realidad. En la primera quincena de noviembre último, este espejismo se hizo trizas y atisbó un discurso crítico alternativo. Que hoy alimenta la adhesión popular por la candidatura de Pedro Castillo, la ilusión  del cambio

II. LO ETNICO-RACIAL COMO SUSTENTO DE LA POLITICA

La esquiva búsqueda de la representación propia

En 1990, un ingeniero de origen plebeyo y japonés derrota al aspirante a marqués, Vargas Llosa, el año 2000, un ciudadano de rasgos andinos pero barnizado en Oxford y USA obtiene la presidencia; el año 2006 y el 2011, un militar retirado de origen ayacuchano, cholo, es candidato presidencial y lo obtiene en el segundo intento. Previo cambo de su programa de la Gran Transformación por la Hoja de Ruta, que la gran burguesía le impone como condición presidencial.

Este recuento pretende graficar que, en los últimos 50 años, desde que se quiebra el Perú oligárquico, se va organizando el país, que durante 350 años convivió como republica de indios y república de blancos, como una república de cholos.

Que accede a ciertos derechos pero no termina de igualarse con los blancos, que son los que ejercen el poder político y el control del universo simbólico del país. Los gustos, las modas, lo light. Lo decente y políticamente correcto, lo decide esta clase. Por supuesto, siempre en función de los cánones occidentales, de matriz eurocéntrica.

Este dominio de lo simbólico es lo que ni el velasquismo pudo modificar. Las mentalidades tienen un proceso de formación de muy larga duración. Densidad compleja y abigarrada y permanente reproducción.

La izquierda peruana, que teóricamente, sería la llamada a dinamizar la subversión del dominio cultural eurocéntrico, que descalifica y hace escarnio de nuestra milenaria historia y sus extraordinarios logros civilizatorios, en no pocas oportunidades, comparte la mirada eurocéntrica y prejuiciosa contra nuestros pueblos y sus culturas. Tiene la mirada de vástagos citadinos de la Lima criolla-señorial.

Mientras la izquierda ideologizada y desvinculada de la vida de  los pueblos indígenas y mundo popular, se desenvuelve exclusivamente bajo parámetros ideológicos, las clases populares, tienen en la cuestión identitaria, en su mestizaje y  andinidad, los ejes de actividad social, cultural y política.

Pide y exige respeto y reconocimiento de su lengua, de su música y canto, de sus comidas y fiestas. De su color de piel y rasgos físicos. ¡Cómo todo esto no va a ser de primordial importancia ¡

Esta situación ha devenido en un marcado desencuentro entre izquierda y mundo popular, se transita por carriles diferentes. Aunque parecen ir en la misma dirección se camina a lugares distintos.

Por eso, en 1990, 2000, 2006 y 211, la izquierda carecía de rumbo claro y terminó cada vez más reducida y marginal o, como comparsa de proyectos nacionalistas de poco calado, que terminaron claudicando ante el sistema vigente.

La construcción del Perú de todas las sangres, del Estado Pluricultural y Descentralizado, sigue siendo una gran obra en busca de autor.

Por primera vez, en las últimas décadas, se presenta una opción de izquierda socialista para llegar al gobierno. ¡Ha llegado el día, ponerse el alma!

III. Con Pedro Castillo, un gran frente nacional para ganar la segunda vuelta y sacar al Perú de la crisis

La pandemia se ha convertido en plebiscito del modelo neoliberal a nivel mundial. Ha mostrado la absoluta orfandad del Estado que mercantilizó las urgencias de la población. Salud, educación, vivienda, seguridad, dependen completamente de que haya o no dinero para comprarlas en el mercado. Los millones de pobres carecen de recursos para adquirirlo, por eso sobre ellos se abate la muerte y miseria y caen por miles.

La constitución de 1993 que consagró la desigualdad social extrema también abonó la corrupción, vinculando a grandes empresarios mafiosos con militares y sistema judicial. En complicidad con Montesinos, la hizo sistémica

Dada la magnitud de la crisis, tan o más grave que la producida en la guerra con Chile, resolver la terrible crisis sanitaria, de alimentación y seguridad de la población exigirá un  esfuerzo titánico, que excede a un partido o gobierno. Solo podrá salirse victorioso de esta hecatombe, si somos capaces de unir a las fuerzas políticas diversas, al gobierno y agentes privados, concentramos todas las fuerzas y sumamos energías por el Perú, como un solo puño.

Las fuerzas democráticas, progresistas y socialistas estamos llamadas a encabezar esta cruzada de reconstrucción de la patria.

Un gran frente nacional que aglutine a todos los peruanos de buena voluntad, ganemos gobierno y conjuremos la profunda crisis que nos abate.

El referéndum, salida política al continuismo  nefasto

Los sectores conservadoras se frotan las manos de regocijo ante los resultados congresales de la primera vuelta: cuentan con 85 congresistas fijos, de 130 elegidos. El sector progresista, tiene 42 (Perú Libre, 37 y Juntos por el Perú, 05) en el mejor de los casos, sumando al partido Morado, 03, harían 45.

De ser elegido presidente Pedro Castillo, este número de congresistas, absoluta minoría, no permitirá aprobar medidas de contenido transformador en aras de los intereses de la población y el país. El boicot, la provocación y la aprobación de leyes antinacionales y antipopulares serán una constante, como táctica para desgastar y debilitar al gobierno de izquierda. La censura de ministros y convocatoria a dar explicaciones ante el congreso, serán un agobio constante.

Este cuadro de entrampamiento que augura una gran inestabilidad y el desgaste acelerado del nuevo gobierno, no deja margen para los cambios constitucionales desde el propio congreso, que en dos legislaturas podría aprobar las modificaciones planteadas, si le interesará.

Por eso la cuestión constitucional se resolverá con la convocatoria a Asamblea Constituyente, mediante referéndum. Que en condiciones normales lo debería hacer el congreso. En la situación descrita no lo hará, por cierto.

Hay que recurrir al procedimiento de firmas ciudadanas que solicitan el referéndum.

Un gobierno de izquierda, tal como sostiene el candidato presidencial, respetará la constitución actual, y los procedimientos para su modificación y cambio. Lo sustancial a tener en cuenta es el respeto al veredicto popular.

La elección presidencial tiene un elemento plebiscitario, Castillo será elegido porque enarbola la propuesta del cambio constitucional. Su elección, al contener este sentido plebiscitario, obliga al congreso a tener en cuenta la vía del Referéndum como mecanismo para su realización. Nada más democrático y legal que respetar este procedimiento.

Lo que está en cuestión es, el respeto a la voluntad popular y la legalidad del proceso del cambio de la constitución.

IV. Nueva República y Estado Pluricultural y Descentralista

El proceso en curso debe asumirse como el punto de partida que permite dar el salto del cuestionamiento y cambio del modelo neoliberal vigente, al cuestionamiento de las estructuras coloniales que perviven en un republicanismo oligárquico que, 1821 no hizo sino disfrazarlas tras discursos liberales, que nunca arraigaron realmente en nuestro país. Por eso los pueblos indígenas, inmensa mayoría de la sociedad, siguieron y siguen excluidos.

Las transformaciones velasquistas que le otorgan tierra y ciertos derechos no han significado la ruptura de la razón colonial ni la ciudadanía plena que nuestros pueblos reclaman.

Es la gran tarea que debe avanzarse desde los pasos que se afirmen en estos días.

Cambio del régimen que sustenta la constitución fujimorista de 1993, primer paso a la subversión del orden colonial

En los últimos años, conforme se modelo neoliberal se agotaba y cierto descontento empezaba a germinar, aparecieron tímidamente, algunas dudas sobre las bondades del camino que nos iba a conducir al desarrollo, a las ligas mayores del confort, la OCDE.

La pandemia calateó al Rey. Sistema sanitario calamitoso, logística inexistente, oxigeno monopolizado, comercialización  especulativa de las medicinas, y un largo etc. Contra la salud de los peruanos. Resultado: nuestro país tiene el mayor número de muertes de habitantes por millón, en el mundo.

Desde noviembre del año pasado cuando se producen masivas movilizaciones sociales contra el golpe de estado del núcleo más corrupto del congreso actual, la idea de que la raíz de la putrefacción y crisis de la situación es la constitución vigente, empieza a ganar terreno en amplios sectores de la sociedad. Salvo en la CONFIEP, grandes empresarios y banqueros.

Cambiar esta constitución presenta grandes dificultades porque ha construido un bloque dominante poderoso, que ha sumado a la oligarquía reciclada, nuevos ricos producidos por la ilegalidad e informalidad desatada por el fujimorismo, narcotráfico, minería ilegal, monopolios educativos privados, propietarios de empresas estatales rematadas, entre otros. Se ha producido una compleja y retorcida trama en que la economía formal convive cada vez más estrechamente con el narcotráfico y actividad informal e ilegal diversa.

Todos estos agentes se confabulan para defender un sistema que los ha engordado de manera casi exponencial. Poder ejecutivo, Legislativo, Judicial, Ministerio Público, FF.AA, Policía, todo el aparato del estado está contaminado de crimen, en mayor o menor grado.

Kachkaniraqmi: 200 años después, ¡los pueblos indígenas, existen!

De cara al Bicentenario es imperativo subvertir la naturaleza criolla y eurocéntrica del Estado nominalmente republicano, que se forma en 1821. De espaldas a los pueblos indígenas, nuestra geografía e historia.

La solución efectiva de los mayores males que padecemos como sociedad fracturada, y empantanada; como nación inconclusa, de identidad bizarra, tiene respuesta en un tipo de estado diferente. Un estado que se concilie con su base socio-cultural sustantiva, que son los pueblos indígenas, que nos reconcilie con nuestra diversidad territorial-geográfica, con nuestra historia.

Este es un nuevo tipo de estado, es el Estado Pluricultural y Descentralista, que Arguedas denominó de Todas Las Sangres. Patria de todas las patrias.

Implica instalar una racionalidad diferente a la impuesta hace 400 años con la colonia. Retomar patrones civilizatorios andinos, de formas de vida  y de organización política y territorial diferentes.

Una ruptura epistémica y espiritual. Otro mundo posible y operante

Significa adoptar enfoques culturales y políticos diversos,  pluriculturales e interculturales. Un patrón de organización estatal que prioriza las regiones y su articulación como factor determinante en el desarrollo del país.

Supone una estructura de Estado que reconoce la presencia de representantes de los pueblos indígenas en los diversos niveles de gobierno desde el gobierno central y, con mayor énfasis, en los niveles sub-nacionales.

Supone autoridades bilingües e interculturales. Funcionarios de todo nivel con conocimiento de las culturas de su ámbito de gestión y dominio de la lengua de la comunidad en que se desenvuelve.

Supone políticas públicas interculturales en educación, salud, justicia, seguridad, alimentaria, etc. Es decir, todas.

Sobre este diseño básico, hay que tener en cuenta los grandes temas que la contemporaneidad ha puesto en agenda: la protección ambiental, pluriculturalismo, equidad de género, ciudadanía intercultural, tecnología informática masiva, educación, ciencia y tecnología de última generación, entre otros aspectos que una sociedad del siglo XXI debe tener como parte de su bagaje social y tecnológico.

 Diseñar y construir este tipo de estado es una tarea formidable, pero es la única forma de ser realmente democráticos, socialistas. Es el fundamento de la igualdad social y respeto de todos los peruanos. Es lo que nos integra como comunidad de iguales, lo que nos convierte en la nación que pretendemos ser desde hace 240 años.

En este periodo está en juego mucho más que el triunfo del 06 de junio.

Está en juego la construcción de una nación realmente plural, anclada en sus raíces. La renovación del socialismo peruano, retomar el camino abierto por Mariátegui y forjar la patria justa y prospera, y la patria grande latinoamericana.

Engarzar la lucha nacional con el mundo multipolar en curso

El escenario mundial es de convulsión y cambio. El ocaso de la hegemonía USA es un hecho ya irreversible, al igual que la configuración de un mundo multipolar con China y Rusia como fuerzas gravitantes.

La ferocidad de los ataques de EE.UU y la reacción continental se intensifican ante el reagrupamiento del progresismo: retorno al gobierno del MAS en Bolivia, avances del Correismo en Ecuador, candidatura de Lula en Brasil, AMLO en México, permanencia del chavismo en Venezuela, y Fernández en Argentina, mientras Cuba y Venezuela continúan encabezando la lucha por la dignidad y soberanía de los pueblos de América.

Conspiraciones y bloqueos criminales contra estos países son parte de su desesperada estrategia para defender el tambaleante poder imperial.

Retomar UNASUR para perfilar la presencia de una América Latina con protagonismo propio en el mundo multipolar en curso.

La pandemia se ha convertido en un plebiscito mundial del neoliberalismo. Ha puesto a la vista, toda su indolencia e incapacidad para responder a una emergencia sanitaria mundial.

Los países con mayor cantidad de muertos son donde impera el neoliberalismo. EE.UU, más de  569,000, Brasil, 381, 570, el Perú, con más de 150 mil. Ha desnudado completamente le reino del mercado, puedes curarte si tienes dinero para comprar medicinas, sino simplemente mueres. La salud convertida en una cuestión puramente mercantil.

En circunstancias en que la enfermedad, el hambre y la miseria agobian a millones de personas desesperadas por salud y pan, es radicalidad y transformación lo que los pueblos exigen.

En este mundo globalizado y en intensa pugna por un nuevo orden, las luchas nacionales son parte de la corriente continental y mundial de justicia, liberación y soberanía.

Vicente Otta R. Sociólogo, exviceministro de Interculturalidad.

Fuente: Rebelión

Por REDH-Cuba

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