Paula Compagnioni, cubana radicada en Colombia, periodista del medio Colombia Informa
¿Cuándo escuché por primera vez sobre Fidel?
Pues al ser cubana no podría decir un momento específico. Era como un miembro más de la familia que estaba ahí siempre. De niña, mi mamá siempre habló con mucha admiración de él, entonces le tenía un cariño heredado. Pero recuerdo la primera vez que le estreché la mano. Fui una pionera invitada al lanzamiento de un libro de caricaturas de Gerardo Hernández en la Biblioteca Nacional. Y como éramos pocos niños, pues él paso y nos dió la mano y conversó con nosotros. Ese es uno de los momentos que más me ha impresionado en la vida. Sentí que tenía como una energía muy fuerte que cuando se acercaba de tocaba. Algo raro y mágico. Pero lindo. Recuerdo que llamé a mi mamá desde el sitio y le conté y ella me hizo el chiste de que no me lavara la mano que le había estrechado y yo, niña al fin, no lo hice como hasta el día siguiente.
¿Cómo viviste la noticia de su partida?
Estaba en Oaxaca, México, con un grupo de compañeros y compañeras de toda Nuestramérica con quiénes estábamos creando el pensum de una escuela de educación popular para toda la región. Ese día había sido el último de trabajo y estaba muy agotada. Recuerdo que llegué a la habitación de dónde me encontraba y abrí como por instinto Facebook, para chismear antes de dormir. Y ví que un amigo había puesto «Hasta siempre Comandante». Por dentro me pregunté: ¿Quién habrá muerto ahora? Porque en mi cabeza no cabía que Fidel pudiera morirse. Hasta que seguí scrolleando y ví la noticia. Recuerdo que quedé en shock. De inmediato empezaron a llamarme lxs compañerxs con quiénes estaba trabajando en México para darme el pésame y preguntar qué qué podían hacer por mí. Yo recuerdo una sensación de congelación. No podía generar pensamientos profundos sino solo tareas a corto plazo. Al otro día, organizamos un acto de memoria en la plaza central de Oaxaca y adelanté mi vuelo de regreso a Cuba para poder estar en toda la ceremonia de despedida. Saliendo del aeropuerto, fuimos directo a la Plaza de la Revolución mi mamá y yo. Al siguiente día, ví pasar la caja con las cenizas por frente de la casa. Yo vivía en Centro Habana, un barrio que nunca se calla. Y en ese momento hubo un silencio demasiado profundo. Me monté en un bus del CMLK que iba para Santiago, siguiendo la caravana de despedida. Y fue una de las experiencias más tremendas ver a todo ese pueblo saliendo a las carreteras a despedirlo. Cuando llegamos a Santiago, que nuevamente pasaron las cenizas por una de las plazas, todxs los que íbamos en el bus nos abrazamos y lloramos. Fue la primera vez que lloré. En la noche, luego de la despedida final en la Plaza Antonio Maceo, nos regresamos caminando a dónde nos quedaríamos a dormir y nos perdimos. En una de las cuadras de Santiago, encontramos a muchas señoras vestidas con su ropa de santeras haciendo una fila para poner cada una, al lado de una postal con la imagen de Fidel, una flor o una velita. Creo que fue el cierre perfecto para él: la despedida simple del pueblo que tanto quiso.
¿Qué han significado para tu militancia las ideas de Fidel y su ejemplo?
Creo que siempre ha sido como un paradigma de estudio e interrogación. Hay como una versión principal que me enseñaron en la escuela de lo que fue su vida y obra. Pero luego, al ser periodista, hay otras versiones (unas más amables que otras) sobre él. Siempre he tratado de verlas y analizarlas, pero como con una lealtad a él que no la quita ningún libro ni película que por ahí aparezca.
Creo que una parte importante de su guía ideológica para mí, también ha sido encontrarlo en todos los sitios posibles. Es decir, todos los movimientos sociales de izquierda lo tienen presente. Y hay campesinos en Colombia que le han puesto su nombre a sus hijos. Que me han relatado con mucha emoción cómo se escondían en las noches para escuchar Radio Habana Cuba (señal que llega hasta algunas montañas de Colombia) y los discursos de Fidel. Incluso el movimiento por la liberación del Kurdistán, que es tan particular, tiene en sus aulas de estudio y trabajos fotos de Fidel y analizan sus textos.
Creo que no solo es el estratega más importante del siglo XX sino también es uno de los hombres que más dignidad dió a lxs desposeídxs del mundo. Esa ha sido para mí una imagen y guía en cuanto a la formación que hoy tengo.