Cuando el joven doctor en Medicina, Ernesto Guevara de la Serna se incorporó a la lucha revolucionaria por Cuba, todavía no era el Che. ¿Qué condicionaría, qué factores influirían en la transformación política, ideológica y moral de su personalidad, hasta convertirse en la paradigmática figura revolucionaria?

El doctor Guevara era un comunista definido. Un joven de una elevada sensibilidad humana e inquietud revolucionaria ante la difícil situación social, política y económica de América Latina, lo que le llevó a conocerla e intervenir como médico en barrios pobres y en instalaciones habilitadas para desposeídos, como varios leprosorios de América del Sur, sin embargo, podemos decir que todavía estaba lejos de convertirse en el emblemático Guerrillero Heroico.

Él mismo se encargaría de revelar, en una narración dramática del primer revés militar, una vez desembarcado en Cuba, tras la travesía marítima desde el puerto de Tuxpan, en México hasta Las Coloradas, en el oriente cubano, ocurrida en un cañaveral del sitio conocido como “Alegría de Pío”, algunos elementos de una personalidad que, aunque posee conciencia comunista y revolucionaria, todavía es susceptible de formación y desarrollo.

Él narra que comiendo una magra ración: medio chorizo y dos galletas, con el asaltante al cuartel Moncada[1], Jesús Montané Oropesa[2] y conversando sobre sus respectivos hijos sobrevino el desastre:

“…sonó un disparo; una diferencia de segundos solamente y un huracán de balas —o al menos eso pareció a nuestro angustiado espíritu durante aquella prueba de fuego… mis condiciones físicas eran deplorables después de un largo ataque de asma soportado durante toda la travesía marítima…Fidel trató en vano de agrupar a la gente en el cañaveral cercano… La sorpresa había sido demasiado grande, las balas demasiado nutridas…”

“Tenía delante una mochila de medicamentos y una caja de balas, las dos eran mucho peso para transportarlas juntas; tomé la caja de balas, dejando la mochila para cruzar el claro que me separaba de las cañas…Cerca de mí un compañero llamado Arbentosa, caminaba hacia el cañaveral. Una ráfaga que no se distinguió de las demás, nos alcanzó a los dos”.

“Sentí un fuerte golpe en el pecho y una herida en el cuello; me di a mí mismo por muerto. Arbentosa, vomitando sangre por la nariz, la boca y la enorme herida de la bala cuarenta y cinco, gritó algo así como «me mataron» y empezó a disparar alocadamente pues no se veía a nadie en aquel momento. Le dije a Faustino[3], desde el suelo, «me fastidiaron» (pero más fuerte la palabra), Faustino me echó una mirada en medio de su tarea y me dijo que no era nada, pero en sus ojos se leía la condena que significaba mi herida”.

“Quedé tendido, disparé un tiro hacia el monte siguiendo el mismo oscuro impulso del herido… Alguien, de rodillas, gritaba que había que rendirse y se oyó atrás una voz, que después supe pertenecía a Camilo Cienfuegos[4], gritando: «Aquí no se rinde nadie…» y una palabrota después. Ponce se acercó agitado, con la respiración anhelante, mostrando un balazo que aparentemente le atravesaba el pulmón. Me dijo que estaba herido y le manifesté, con toda indiferencia, que yo también.

“Siguió Ponce arrastrándose hacia el cañaveral, así como otros compañeros ilesos. Por un momento quedé solo, tendido allí esperando la muerte. Almeida llegó hasta mí y me dio ánimos para seguir; a pesar de los dolores, lo hice y entramos en el cañaveral. Allí vi al gran compañero Raúl Suárez, con su dedo pulgar destrozado por una bala y Faustino Pérez vendándoselo junto a un tronco…; después todo se confundía… sembrando más confusión en medio de escenas a veces dantescas y a veces
grotescas, como la de un corpulento combatiente que quería esconderse tras de una cañas, y otro que pedía silencio en medio de la batahola tremenda de los tiros, sin saberse bien para qué…
[5]

En las ideas resaltadas y subrayadas, el Che de manera crítica y apegado a la verdad histórica y objetiva, revela elementos de su personalidad que nos permiten posteriormente identificar el tránsito hacia la verdadera condición comunista:

  1. Le dije a Faustino[6], desde el suelo, «me fastidiaron»: De acuerdo con Fidel Castro, si el Che tuvo un defecto, que se convirtió en su “Talón de Aquiles”, fue el exceso de temeridad, el exceso de desprecio a la muerte. Sin embargo, aquí es el propio Che quien nos comparte su temor a morir de manera indigna, inútil, temprana. Siguiendo en relato se puede apreciar que transita de la desesperación a la resignación. Esta reacción es totalmente humana, pero quedará superada en su combativa y humana convivencia con sus compañeros de lucha e ideales, especialmente por la decisiva influencia de la educación y el ejemplo del Comandante en jefe Fidel Castro Ruz.
  2. «…Aquí no se rinde nadie…»: En medio del golpe psicológico y físico (pues está herido y agotado), alguien invita a la rendición y su preparación política, psicológica y moral no le permiten todavía reaccionar, como lo hará poco tiempo después y hasta su muerte. Recuérdese que instantes antes de morir, frente a su verdugo pusilánime y vacilante, el Che temerariamente le dice, que se serene, que apunte bien con la pistola, porque va a matar a un hombre. En Alegría de Pío tuvo que ser otro combatiente, más curtido en estas situaciones quien reaccionara con intransigencia revolucionaria frente a la indigna proposición.
  3. y le manifesté, con toda indiferencia, que yo también: Esta es quizás la prueba más convincente de que es todavía un joven “víctima” del instinto egoísta explotado y sobredimensionado por el capitalismo. El sentimiento de solidaridad y humanismo, verdaderamente revolucionarios (que como él expresara es el escalón más alto de la condición humana), todavía no los tiene del todo bien formados e incorporado a su conducta. De ahí que reaccione “con toda indiferencia” ante la desgracia de otro compañero. Caso muy distinto al del combate en el cuartel de “El Uvero”, el 28 de mayo de 1957, cuando en su condición de médico se quedó curando y asistiendo sanitariamente a los heridos guerrilleros y a los soldados enemigos del puesto batistiano y con los escasos medicamentos que disponía.
  4. Almeida llegó hasta mí y me dio ánimos para seguir: El Che nos deja sentado en esta revelación la devastación física y moral en la que se encuentra. No solo hay desánimo, conviven la desconfianza y el abandono a la suerte de su destino humano y combatiente. Sin embargo, ejemplos de resistencia, de espíritu inclaudicable y de fe en la victoria, como los del Comandante de la Revolución Juan Almeida Bosque, son los que posteriormente le enseñarán que las palabras rendición y derrota están abolidas en las actitudes revolucionarias, que mientras quede un combatiente vivo la Revolución no está derrotada.
  5. Faustino Pérez vendándoselo junto a un tronco: Y he aquí otro ejemplo, que como muchos irán convirtiendo al joven Ernesto Guevara en el legendario Che. Él fue indiferente a la herida de un compañero, sin embargo, otro, que no era médico, asistía al compañero herido. Esas vivencias y experiencias fueron la verdadera escuela humanista y revolucionaria del Che.

Sin embargo, no caben dudas, aunque los tergiversadores de la Historia, siguiendo el guion de guerra cultural, colonizadora y hegemónica, truequen, alteren y corrompan a favor de sus intereses de clase las historias de las naciones y de los pueblos, no caben dudas, reitero, que quien más influyó en la formación revolucionaria del Che fue Fidel. A pesar de que cierta historiografía pseudo científica, deliberadamente politizada y abiertamente contrarrevolucionaria e imperialista, se empecine en tratar de sembrar el reflejo condicionado en el imaginario popular, de que Fidel y el Che fueron rivales políticos, fueron adversarios de ideas y que se consumieron en una estéril disputa por el poder y liderazgo político.

De las simpatías, cercanías e identidades mutuas hay abundante y contundentes evidencias.

En un fragmento de una entrevista a Fidel, recreada en el documental de Estela Bravo[7], “Fidel. La historia no contada”, se le ve confesar con ternura y nostalgia, algunos recuerdos sobre el Che, confiesa cuánto extraña su presencia, las veces que ha soñado que el Che vive, y que conversan, y trabajan en la construcción y defensa del Socialismo y las causas justas de la Humanidad.

Al politólogo y periodista franco-español, Ignacio Ramonet le expresa sobre el Che que como legado queda “…su idea, su imagen, su entereza, su ejemplo. Un hombre de un pudor, de una dignidad y de una integridad enorme, es lo que es el Che y lo que el mundo admira. Un hombre inteligente, un visionario. El Che no cayó defendiendo otro interés u otra causa que la causa de los explotados y de los oprimidos de América Latina. No cayó defendiendo otra causa que la causa de los pobres y de los humildes de la Tierra. La causa del Che triunfará, la causa del Che está triunfando. Su imagen está en todo el mundo. El Che es un ejemplo, eso es lo que es. Una fuerza moral indestructible. Su causa, sus ideas, en esta hora de lucha contra la globalización neoliberal, están triunfando”.[8]

Más adelante, ante la pregunta ¿Qué queda después de la muerte del Che?, Fidel le responde: “Yo pienso que lo más grande son realmente los valores morales, la conciencia. El Che simbolizaba los más altos valores humanos, y un ejemplo extraordinario. Creó una gran aureola y una gran mística. Yo lo admiraba mucho, y lo apreciaba. Siempre produce mucho afecto, esa admiración. Y le expliqué la historia de por qué yo me acercaba mucho más a él… Son muchos los recuerdos que nos dejó, y por eso digo que es uno de los hombres más nobles, más extraordinarios y más desinteresados que he conocido, lo cual no tendría importancia si uno no cree que hombres como él existen por millones y millones y millones en las masas. Los hombres que se destacan de manera singular no podrían hacer nada si muchos millones, iguales que él, no tuvieran el embrión o no tuvieran la capacidad de adquirir esas cualidades. Por eso nuestra Revolución se interesó tanto por luchar contra el analfabetismo, y por desarrollar la educación. Para que todos sean como el Che…”.[9]

En el histórico discurso durante la velada solemne por la muerte del Che dijo:

«Si hace falta un paradigma, si hace falta un modelo, si hace falta un ejemplo a imitar para llegar a esos tan elevados objetivos, son imprescindibles hombres como el Che, hombres y mujeres que lo imiten, que sean como él, que piensen como él.”[10]

“Si queremos expresar cómo aspiramos que sean nuestros combatientes revolucionarios, nuestros militantes, nuestros hombres, debemos decir sin vacilación de ninguna índole: ¡Que sean como el Che! Si queremos expresar cómo queremos que sean los hombres de las futuras generaciones, debemos decir: ¡Que sean como el Che! Si queremos decir cómo deseamos que se eduquen nuestros niños, debemos decir sin vacilación: ¡Queremos que se eduquen en el espíritu del Che! Si queremos un modelo de hombre, un modelo de hombre que no pertenece a este tiempo, un modelo de hombre que pertenece al futuro, ¡de corazón digo que ese modelo sin una sola mancha en su conducta, sin una sola mancha en su actitud, sin una sola mancha en su actuación, ese modelo es el Che! Si queremos expresar cómo deseamos que sean nuestros hijos, debemos decir con todo el corazón de vehementes revolucionarios: ¡Queremos que sean como el Che!”.[11]

Y coincidieron en la concepción de que en los resortes morales estaba la palanca fundamental de la construcción del comunismo en la sociedad humana.[12] Y ambos fueron partidarios de la educación y la formación de una conciencia comunista, del valor inigualable del ejemplo, del desinterés y de la solidaridad como atributos insustituibles en la construcción de una sociedad humana y justa.

Por su parte el Che, hombre crítico, severamente crítico con lo mal hecho por otros o por él, alejado y despreciador de cualquier manifestación de culto a la personalidad, lisonja o adulación, sorprende con varios gestos de cariño sincero y admiración hacia Fidel, que nunca ocultó y del cual se enorgulleció.

En la Sierra Maestra, ante los muchos riesgo de pérdida de la vida por parte de los combatientes y especialmente por Fidel, al encontrarse siempre arrostrando desde su ejemplo personal todos los peligros, el Che promueve entre los principales jefes y combatientes guerrilleros una carta en la cual se le pedía a Fidel no exponerse a los peligros, preservarse a partir de su indiscutible y decisivo liderazgo. Muy a pesar de la naturaleza sensiblemente humana de la petición, esta por supuesto, no prosperó. Ni siquiera fue atendida por Fidel. Pero más allá de esa respuesta, lo que queda expuesto son los sentimientos de afectos y el reconocimiento consciente de la estatura política, militar y moral de aquel a quien el Che jamás cuestionó su jefatura y del cual supo incondicionalmente subordinarse.

También están los poemas que le dedicara a Fidel y en el reconocimiento público y sin complejos, del liderazgo de Fidel, en momentos en que ambos confluían como los dos estadistas e ideólogos más sobresalientes de la Revolución triunfante:

“Aparecía en la historia de la Revolución Cubana, ahora con caracteres nítidos, un personaje que se repetirá sistemáticamente: la masa.

Este ente multifacético no es, como se pretende, la suma de elementos de la misma categoría (reducidos a la misma categoría, además, por el sistema impuesto), que actúa como un manso rebaño. Es verdad que sigue sin vacilar a sus dirigentes, fundamentalmente a Fidel Castro, pero el grado en que él ha ganado esa confianza responde precisamente a la interpretación cabal de los deseos del pueblo, de sus aspiraciones, y a la lucha sincera por el cumplimiento de las promesas hechas… la masa realiza con entusiasmo y disciplina sin iguales las tareas que el gobierno fija, ya sean de índole económica, cultural, de defensa, deportiva, etcétera. La iniciativa parte en general de Fidel o del alto mando de la revolución y es explicada al pueblo que la toma como suya…

Maestro en ello es Fidel, cuyo particular modo de integración con el pueblo solo puede apreciarse viéndolo actuar. En las grandes concentraciones públicas se observa algo así como el diálogo de dos diapasones cuyas vibraciones provocan otras nuevas en el interlocutor. Fidel y la masa comienzan a vibrar en un diálogo de intensidad creciente hasta alcanzar el clímax en un final abrupto, coronado por nuestro grito de lucha y victoria…”[13]

En otra ocasión define la fuente del liderazgo y autoridad moral de Fidel:

“Y si nosotros estamos hoy aquí, y la Revolución está hoy aquí, es sencillamente porque Fidel entró primero en el Moncada, porque bajó primero del Granma, porque estuvo primero en la Sierra, porque fue a Playa Girón en un tanque, porque cuando había una inundación por allá hubo hasta pelea porque no lo dejaban entrar. Por eso nuestro pueblo tiene esa confianza tan inmensa en su Comandante en jefe, porque tiene como nadie en Cuba la cualidad de tener todas las autoridades morales posibles para pedir cualquier sacrificio en nombre de la Revolución”.[14]

Pero ninguna revelación de la profundidad y alcance de esa amistad como la que testimoniara el Che, en la carta de despedida a Fidel:

“…Mi única falta de alguna gravedad es no haber confiado más en ti desde los primeros momentos de la Sierra Maestra y no haber comprendido con suficiente claridad tus cualidades de conductor y de revolucionario. He vivido días magníficos y sentí a tu lado el orgullo de pertenecer a nuestro pueblo en los días luminosos y tristes de la crisis del Caribe. Pocas veces brilló más alto un estadista que en esos días, me enorgullezco también de haberte seguido sin vacilaciones, identificado con tu manera de pensar y de ver y apreciar los peligros y los principios…”

“…En los nuevos campos de batalla llevaré la fe que me inculcaste… Que si me llega la hora definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento será para este pueblo y especialmente para ti. Que te doy las gracias por tus enseñanzas y tu ejemplo al que trataré de ser fiel hasta las últimas consecuencias de mis actos…” 

“…Tendría muchas cosas que decirte a ti y a nuestro pueblo… Te abraza con todo fervor revolucionario. Che”[15]

En el aniversario 65 del asesinato del Che y su ascenso a la inmortalidad revolucionaria, solo cabe “¡Hasta la Victoria, Siempre!

Notas:

[1] El Cuartel Moncada, conocido también como “Ciudad Escolar 26 de Julio”, hoy en día es un edificio dedicado a la enseñanza en Santiago de Cuba, pero que a mediados del siglo XX era un cuartel militar, en el que estaba instalado el Regimiento Militar “Antonio Maceo” con unos 1500 efectivos, fuertemente armados. Fue en esa época la segunda fortaleza militar más importante de la dictadura batistiana.

Este lugar fue el elegido por Fidel Castro y los jóvenes de la llamada “Generación del Centenario” del  natalicio del Héroe Nacional de Cuba, José Martí, el 26 de julio de 1953 para alzarse contra el régimen de Fulgencio Batista y, aunque fue un intento fallido, se convirtió en el inicio de la nueva gesta de liberación nacional en Cuba.

[2] Jesús Sergio Montané Oropesa, nació el 15 de abril de 1923 en Nueva Gerona, Isla de Pinos. Asaltante al cuartel Moncada, forma parte de la Dirección Nacional Movimiento de 26 de julio, integra el Comité Civil y continúa como financiero trabajando directamente con Fidel. Parte al exilio en México y desembarca en Las Coloradas con los expedicionarios del yate “Granma”. Después del revés de Alegría de Pío, es capturado por marineros de la tiranía y lo envían nuevamente al cuartel Moncada donde es insultado y amenazado. Condenado a 6 años de cárcel retorna al Presidio Modelo en su ciudad natal hasta que el 1ro.de enero de 1959 fue puesto en libertad. Con el triunfo de la Revolución desempeña múltiples funciones gubernamentales y partidistas.

[3] Faustino Pérez Hernández (15 de febrero de 1920 – 24 de diciembre de 1992) fue un revolucionario, político y médico cubano, integrante del Movimiento 26 de Julio, que actuó en la Revolución cubana de 1959 y desempeñó diversos cargos en el gobierno, destacándose el de presidente del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos.

[4] La frase no la dijo camilo Cienfuegos sino Juan Almeida Bosque.

[5] Ernesto “Che” Guevara. Pasajes de la Guerra Revolucionaria. https://creandopueblo.files.wordpress.com/2011/09/chc3a9-pasajes-de-la-guerra-revolucionaria.pdf

[6] Faustino Pérez Hernández (15 de febrero de 1920 – 24 de diciembre de 1992) fue un revolucionario, político y médico cubano, integrante del Movimiento 26 de Julio, que actuó en la Revolución cubana de 1959 y desempeñó diversos cargos en el gobierno, destacándose el de presidente del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos.

[7] Estela Bravo (Nueva York, Estados Unidos, 8 de junio de 1933 ) es una directora de cine de cine que reside en Cuba y se ha dedicado a realizar filmes documentales. Hija de un activo sindicalista en Estados Unidos, un defensor de la España Republicana y un antifascista en la Segunda Guerra.

[8] Fidel Castro. Entrevista concedida a Ignacio Ramonet y que aparece en el libro “Cien Horas con Fidel”. Editado por la Oficina de Ediciones Históricas del Consejo de Estado. La Habana. 2003.

[9] Ídem.

[10] Fidel Castro Ruz. Discurso pronunciado en el Acto Central por el XX Aniversario de la Caída en Combate del Comandante Ernesto Che Guevara, efectuado en la Ciudad de Pinar del Río, el 8 de Octubre de 1987. http://www.fidelcastro.cu/es/discursos

[11] Ídem.

[12] Discurso pronunciado por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz en la velada solemne en memoria del Comandante Ernesto “Che” Guevara, en la Plaza de la Revolución, el 18 de octubre de 1967. http://www.fidelcastro.cu/es/discursos

[13] Ernesto “Che” Guevara. El Socialismo y el Hombre en Cuba. https://www.marxists.org/espanol/guevara/65-socyh.htm

[14] Fragmento de intervención del General de Ejército Raúl Castro Ruz en sesión ordinaria de la Asamblea Nacional del Poder Popular, el 4 de agosto de 1994.

[15] Carta del Che a Fidel. http://www.cubadebate.cu/especiales/2017/10/03/la-historica-carta-del-che-a-fidel-su-despedida-hacia-la-inmortalidad-facsimil-y-video/

Por REDH-Cuba

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