En 1949, Don Fernando Ortiz, redondeando sus conceptos de “cubanidad y cubanía”, señaló que, “hay cubanos que no quieren ser cubanos y hasta se avergüenzan y reniegan de serlo… (en ellos) la cubanidad carece de plenitud, está castrada… No basta para la cubanidad tener en Cuba la cuna, la nación, la vida y el porte; aún falta tener la conciencia. La cubanidad plena no consiste meramente en ser cubano por cualquiera de las contingencias ambientales que han rodeado la personalidad individual y le han forjado sus condiciones; son precisas también la conciencia de ser cubano y la voluntad de quererlo ser…Pienso que para nosotros los cubanos nos habría de convenir la distinción de cubanidad, condición genérica de cubano, y la cubanía, cubanidad plena, sentida,consciente y deseada; cubanidad responsable, cubanidad con las tres virtudes, dichas teologales, de fe, esperanza y amor”[1]

Seis años después, en 1955, la Revista Bohemia, reflejaba una entrevista al líder revolucionario y jefe del Movimiento 26 de Julio, Dr. Fidel Castro Ruz, que exponiendo sus razones para “…traerle a nuestro pueblo la libertad y el derecho a vivir decorosamente, sin despotismo y sin hambre.”[2] (porque) “…cerradas al pueblo todas las puertas para la lucha cívica, no queda más solución que la del 68 y la del 95. Hay que reparar el ultraje que significa este régimen para todos los que han caído por la dignidad de Cuba”.[3] (y) “…como dije ante el Tribunal de Urgencia de Santiago de Cuba, cuando fui juzgado por los hechos del 26 de julio, somos cubanos y ser cubano implica un deber: no cumplirlo es crimen y es traición”.[4]:

El 20 de octubre de 1868, fecha que se asume como la de la honra a la Cultura Cubana, sintetiza todo el proceso de formación cultural de la nación cubana hasta ese momento y lanza a futuro el ideal cultural a defender.

Ese día, tras la toma mambisa de Bayamo, segunda ciudad en importancia de la antigua provincia Oriente (la primera era Santiago de Cuba), proclamada la primera gran victoria militar del naciente Ejército Libertador, en medio del entusiasmo patriótico, se entonan las notas del Himno redentor, que, aunque evoca al gentilicio lugareño, se concibe con el espíritu nacional… “Al combate corred, bayameses. Que la patria os contempla orgullosa…” (sic). Como se sabe, el nombre del himno, a propuesta de los patriotas de los clubes revolucionarios, que conspiraban y preparaban la gesta independentista, debía ser émulo del de la Revolución francesa, que tenía su “Marsellesa”, porque fue concebida en esa ciudad gala. Por tanto, si se forjó en Bayamo nuestro himno, no tiene nada de regionalismo que en sus letras se designe el gentilicio de ese lugar.

Entre el 10 y el  20 de octubre se certifica en la historia humana el parto de lo cubano. Se extinguía el necesario y precedente criollismo, antípoda y síntesis del proceso de asimilación cultural venido con la conquista y colonización de Europa, del arranque inhumano e impío de más de un millón de hijos de África y del casi total exterminio de los aborígenes de esta tierra.

La justificación de esta introducción es para revelar, según lo considero, la “clave” de lo que Armando Hart enunció como “el milagro” canonizante del Padre Varela.

Abel Prieto[5] recordaba que un requisito para canonizar al Presbítero Félix Varela, y que el expediente exigía, era demostrar que en su ministerio espiritual se le constaba la realización de un milagro “y el compañero Hart dijo: El milagro ya está: somos nosotros. Es decir, que el milagro de Varela es la propia Revolución Cubana y su capacidad para resitir  y renovarse. Y, sin duda, el hecho de que estemos aquí después de tantos naufragios y derrumbes, parecería un un hecho milagroso, misterioso”.[6]

Pues, la esencia de ese milagro y de ese misterio, es aferrarnos a la identidad de ser cubanos, por encima, de lo político, económico, ideológico, religioso, jurídico, filosófico o de toda la maquinaria colonizadora de España, primero, y de los yanquis, hasta hoy.

Entre el ADN biológico de los nacidos en Cuba y el ADN histórico y cultural de esta nación, se encierra su cultura de resistencia y resiliencia, que le viene de su desarrollo cultural como cubano.

La entidad CUBANO es superior al fatuo nacionalismo o a la fétida xenofobia. El mundo puede ser injertado a nuestro tronco, pero las raíces son cubanas. El mundo está dentro de Cuba y Cuba está en todas partes del mundo.

El cubano resistió el modo de pensar, sentir, hacer, decir, comer, vestir y beber de sus cuatro raíces: aborigen, europea, africana y asiática. Un ejemplo está en el idioma. Si bien compartimos una lengua madre (la castiza de España), esta no es portadora ni de la norma léxica, fónica, ni gramatical actual, ni tampoco de todas las palabras con uso o en desuso del país ibérico. Porque nuestra lengua también es mestiza y ha sido hasta ahora una expresión, más que de transculturización, es una expresión cultural de resistencia y resiliencia.

Hoy Cuba resiste el efecto de un prolongado cerco económico, unido a una sofisticada guerra de colonización cultural. La combinación de ambas, se orienta a quebrar esa resistencia y el único modo posible, es solo anulando la cubanía y la cubanidad mayoritaria en nuestro pueblo. O sea, que perdida la noción de cubano, es más fácil alcanzar los maquiavélicos objetivos. Esa la esencia de 64 años de tozudo enfrentamiento entre ambos campos.

El Día de la Cultura Nacional en Cuba, es el día de la resistencia y la resieliencia cultural de la Patria y de la Revolución. Es el día del primer triunfo de la Revolución emancipadora. El 1 de enero de 1959, fue el triunfo de la Revolución de Liberación Neocolonial y el 19 de abril de 1961, fue el triunfo de la Revolución Socialista.

El 20 de octubre se celebra “el canto y saludo a la Patria”. No solo se canta el Himno Nacional, sino también otros himnos y marchas de la Revolución. Se saluda a la Nación con un desborde de riqueza artística, obra de la Revolución cubana y de la revolución cultural.

La cultura para que sea de resistencia, tiene que integrar la cultura política, ideológica, económica, del arte militar, culinaria, artística, cívica, axiológica, filosófica y familiar.

Para que sea una cultura resiliente tiene que proveer al pueblo y sus líderes de la voluntad férrea de hacer, de concretar y materializar objetivos, de tener capacidad para defender la obra cultural y la cultivar los sentimientos de amar y ayudar.

Notas:

[1]Fernando Ortiz. “Los factores humanos de la cubanidad”. Etnia y Sociedad, Editorial de Ciencias Sociales. La Habana. 1993.

[2] Entrevista a Fidel Castro, Revista Bohemia, 10 de julio de 1955. No. 28. Año 47. p. 62.

[3] ídem

[4] ídem

[5] Abel Prieto. La Cultura de Resistencia. P.81. “Símbolos, fogatas y hechizos infernales”. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana. 2019.

[6] Ídem.

Por REDH-Cuba

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