Durante el mes de noviembre la “gran” prensa mundial, al servicio del capital, se hizo eco de una serie de noticias –finamente elaboradas– sobre Cuba, con un denominador común: un “grupo de jóvenes artistas integrantes del Movimiento San Isidro (MSI)” entraban en huelga de hambre por el apresamiento de uno de sus compañeros, en lo que parecía ser “un acto arbitrario y represivo del régimen comunista”.

El MSI raudamente amplió su petitorio abogando por el reconocimiento del carácter de “artistas” de algunos de sus líderes por parte de las instituciones culturales del Estado; la liberación inmediata del rapero Denis Solís; garantías a la libre expresión y hasta la eliminación de tiendas de mercado en divisas. Todo canalizado vía Ministerio de Cultura, en lo que reflejaban ser múltiples, inconexas e infundadas demandas.

Como era de esperarse, el primer apoyo abierto y público provino nada más ni nada menos que del Secretario de Estado yanqui, Mike Pompeo, quien expresó: “Instamos al régimen cubano a que cese el hostigamiento a los manifestantes del Movimiento San Isidro y libere al músico Denis Solís, quien fue injustamente sentenciado a ocho meses de prisión. La libertad de expresión es un derecho humano. Estados Unidos apoya al pueblo de Cuba”. ¡La careta se caía de inmediato! ¿Washington preocupado de los DDHH?

En efecto, tras el desalojo de los huelguistas apostados en la sede del MSI por razones sanitarias –recibieron a un periodista extranjero que violó los protocolos del Covid–, y con paciencia infinita, las autoridades cubanas recibieron, escucharon y atendieron a 30 huelguistas.

Es de público conocimiento que el MSI nació en 2018 y que, bajo una fachada artística y de sociedad civil (aquí llama la atención que al buscar en la web las obras de arte de los “artistas” no se hallan más que “performances” políticas contra la Revolución), recibe financiamiento directo de organismos yanquis como la Fundación Nacional para la Democracia (NED); que sus artistas no son tales; como que Solis fue sentenciado a ocho meses de prisión por agredir a un policía que acudió a su domicilio para notificarlo de apersonarse en un juzgado por otros delitos, como se aprecia en un vídeo en la web.

La gravedad de este caso radica en que las acciones del MSI obedecen fielmente a los planes subversivos de la administración Trump por crear una matriz comunicativa contra la Isla en aras de implementar a mediano plazo una “guerra de colores”.

Como capítulo boliviano de la REDH conocemos en profundidad estas estrategias contrarrevolucionarias porque Bolivia las tuvo que soportar continuamente desde 2008 y con mayor agresividad durante 2019, cuando se consumó el golpe de Estado.

Por las razones esgrimidas apoyamos sin titubeos a la Revolución cubana, su Gobierno y pueblo en esta evidente y descarada ofensiva reaccionaria. De igual modo, denunciamos ante la comunidad nacional e internacional las provocaciones del perdedor Trump, cuyos actos pueden alterar definitivamente la anhelada paz de América Latina y el Caribe.

La Paz, 2 diciembre de 2020

Por REDH-Cuba

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