De nuestra mayor consideración,

Reciba un fraterno abrazo y nuestros mejores deseos para su gestión. Le escribimos en esta ocasión, y por su intermedio al Consejo de Seguridad, con la esperanza de que la próxima visita a Haití sea un paso a favor de la justicia, los derechos humanos y la paz.

En relación a los objetivos fijados para dicha visita, esperamos que dé lugar sobre todo a recomendaciones y medidas concretas que contribuyen a saldar la inmensa deuda que han acumulado con el pueblo haitiano, el propio Consejo, la ONU y los países que han contribuido tropas, policía y recursos a la MINUSTAH a lo largo de sus 13 años: la deuda con quienes son las víctimas del balance catastrófico de la MINUSTAH en términos de derechos humanos.

Esta deuda define hoy la vida de estas personas así como también el legajo de la MINUSTAH, comprometiendo gravemente la credibilidad de toda acción futura de la ONU en Haití. Una deuda con el pueblo entero en particular, las mujeres y jóvenes que fueron violados y explotados sexualmente por miembros de la Misión, las familias que sufrieron la represión de las tropas y policía – como por ejemplo en Cité Soleil, donde hubo 15 intervenciones de las tropas de la MINUSTAH con armas letales, disparando a veces más de 25.000 balas en una sola operación – y los cientos de miles de familias que padecieron muertes y enfermedad a raíz de la introducción del cólera.

La magnitud e impunidad de estas violaciones a los derechos humanos, y el hecho que la ONU haya negado cualquier responsabilidad por el cólera durante seis largos años, exigen una reparación integral. Con esta visita el Consejo tiene la oportunidad de cumplir con su obligación de poner en marcha las acciones reparadoras requeridas, eje indispensable de la conclusión de la MINUSTAH.

El Consejo de Seguridad ha reconocido, en su Resolución 2350 (2017), que el respeto de los derechos humanos y las medidas para poner fin a la impunidad son esenciales para garantizar el estado de derecho y la seguridad en Haití.  Sabemos por larga experiencia, en América Latina como en otras regiones, que teniendo como base la impunidad es imposible construir democracias estables, instituciones estatales robustas y respeto por los derechos humanos y el estado de derecho, objetivos justamente que el Consejo afirmó en su momento para la MINUSTAH y ahora, para una nueva misión a Haití. Es hora de que el Consejo reconozca que el esfuerzo requerido empieza en casa.

Instamos al Consejo de Seguridad aprovechar su visita para saldar su deuda e iniciar un nuevo camino, pasos imprescindibles para el cierre responsable de la MINUSTAH y la transición hacia una relación basada en el respeto de su soberanía, su autodeterminación y los derechos humanos.

En especial, urgimos darle prioridad a la consulta e intercambio directo con representantes de los movimientos y organizaciones populares haitianas y de las agrupaciones de víctimas del cólera y otros abusos de los derechos humanos cometidos por la ONU, fundamental por su perspectiva y acción en relación a los objetivos que plantea el Consejo de Seguridad para la visita y para con su país.  Asimismo, indispensable al reconocer las debilidades de la institucionalidad pública haitiana, incluyendo los órganos de gobierno elegidos en base a un sufragio mínimo después de las reiteradas intervenciones de la comunidad internacional.

Instamos además al Consejo abordar específicamente la manera en que el “Nuevo Enfoque de las Naciones Unidas respecto del cólera en Haití” esté incorporado al proceso de cierre de la MINUSTAH. El Consejo ha establecido que la aplicación de este programa, que busca responder a las demandas de justicia y compensación de las víctimas del cólera, no será la responsabilidad de la MINUSTAH ni de su sucesora. No obstante, no cabe duda que asegurar su buen encaminamiento como parte de la conclusión de la MINUSTAH, con el financiamiento necesario y la participación activa de los beneficiarios pretendidos en el diseño y ejecución de sus dos líneas de acción, determinará la posibilidad de éxito del cierre y cualquier futuro.

Esto sobre todo en vista a que hasta ahora se ha recolectado apenas un 2% de los $400 millones solicitados – un monto equivalente a menos de un año del financiamiento otorgado durante 13 años para mantener a la MINUSTAH – para cubrir el costo de las indemnizaciones a las familias de las 10.000 personas muertas y los más de 800.000 personas sobrevivientes, junto con las inversiones necesarias para mejorar el sistema de saneamiento y lograr el acceso universal al agua potable y hacer reparaciones globales al país por los inmensos daños económicos sufridos a raíz de la introducción del cólera.  Una situación totalmente inaceptable.

El Consejo de Seguridad debe reconocer que cumplir con sus propias obligaciones en materia de derechos humanos, incluyendo la reparación de las violaciones perpetradas, es un requisito para la paz y la seguridad en Haití, como en cualquier lugar del mundo. Serán decisivas las recomendaciones que podrán formular al respecto, a partir de esta visita y el intercambio en especial con las organizaciones y personas indicadas. Entre ellas, la decisión política de involucrar centralmente a las víctimas de las violaciones de derechos humanos de la MINUSTAH en la preparación y ejecución de las acciones reparadoras requeridas. Y el compromiso ejemplar de financiamiento de esas acciones de parte de los países miembros del Consejo, conforme mínimamente a los montos que implicarían el sistema de cuotas.

Junto a numerosos movimientos y organizaciones populares de Haití y América latina, hemos cuestionado el rol de la MINUSTAH al entender que no fue una respuesta acorde a los derechos y necesidades del pueblo haitiano. De hecho, el Consejo de Seguridad sabe bien que la presencia que instaló en 2004, así como también el inicio en octubre de todavía otra misión llamada de Paz y Estabilización, son ampliamente consideradas una ocupación, ajena a los ideales de la ONU y los derechos y objetivos reafirmados una y otra vez por el propio Consejo.

La agravación actual de la crisis sistémica y humanitaria que vive Haití refleja esta evaluación, sumada además al tristemente célebre balance en derechos humanos e impunidad. Esperamos que el Consejo de Seguridad reconozca esta situación y aproveche la visita, en el marco mismo de sus objetivos, para empezar a saldar sus deudas e iniciar de verdad un nuevo enfoque con el pueblo de Haití. Les deseamos mucho éxito en este sentido y reiteramos nuestra disposición a contribuir con lo que esté a nuestro alcance.

Con el fraterno abrazo de Paz y Bien,

Adolfo Pérez Esquivel

Premio Nobel de la Paz 1980

Jody Williams

Premio Nobel de la Paz 1997

Shirin Ebadi

Premio Nobel de la Paz 2003

Rigoberta Menchú Tum

Premio Nobel de la Paz 1992

Betty Williams

Premio Nobel de la Paz 1976

 

-Buenos Aires, 16 de junio de 2017

cc. Secretario General de la ONU

Por REDH-Cuba

Shares