El doble rasero, la politización y el enfoque selectivo al abordar los derechos humanos se ha convertido en una práctica que Estados Unidos y sus aliados ya adoptan como habitual, mientras intentan esconder sus propias transgresiones.

A nombre de los derechos humanos se justifican acciones hostiles contra Cuba, Nicaragua, Venezuela y otras naciones que no se subordinan a los dictados de Washington; se emplean de manera ilegítima órganos y mecanismos para castigarlas.

Cuba ha sido víctima de la manipulación del tema. El abordaje en el caso de la Isla siempre se realiza desde una mirada parcializada por los intereses de la Casa Blanca, con el fin de ejercer presión y justificar una guerra económica que, en sí misma, constituye una flagrante violación de los derechos que dicen defender.

Nunca se ha aplicado una cláusula de suspensión contra el Gobierno que bloquea a la Mayor de las Antillas, causando necesidades, dolor y privaciones al pueblo cubano, acto ilegal que constituye un verdadero genocidio contra toda una nación; sin embargo, se utilizó ese recurso contra Rusia, privándola de sus derechos de membresía en el Consejo de Derechos Humanos.

Tampoco se ha emitido un informe condenatorio sobre EE. UU., como el que se hizo injustamente contra China, a pesar de las violaciones de los derechos que se comenten en el país norteamericano contra las minorías y los emigrantes, a pesar de invasiones militares y crímenes de guerra cometidos por el ejército estadounidense en tantos lugares.

Cuba ha subrayado siempre su apego a la imparcialidad y a la universalidad en el abordaje a los derechos humanos, la voluntad de cooperar y dialogar sobre bases de respeto mutuo con todas las naciones, y su crítica al uso manipulador del tema con evidentes objetivos geopolíticos.

Fuente: Granma

Por REDH-Cuba

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