Quienes hoy apuntan contra Venezuela desde algunos países del continente, deberían girar las cabezas hacia sus propios territorios, donde volverá a confirmarse que son -todos ellos- espacios geográficos en que la violación de los derechos humanos se ha convertido en una rutina. No son abanderados de la libertad sino carceleros de sus pueblos, que en cuanta ocasión se les presenta los repudian y pujan por quitárselos de encima.


Fuente: TeleSur

Si hay algo que ha quedado definitivamente claro el pasado domingo 30J es que la contundencia de la respuesta chavista en las urnas no solo asegura el camino hacia una Constituyente de amplia integración y de propuestas revolucionarias, sino que también ha servido para poner en paños menores a una oposición que sigue sin brújula.

Precisamente por no tener este elemento tan necesario para navegantes, es que en los últimos meses la llamada Mesa de Unidad Democrática ha ido desflecándose en mil girones. Producto de sus propios desvaríos es que mientras algunos de los integrantes de la MUD se jactaban de ser el paradigma de la democracia y por lo bajo no podían dejar de sostener las acciones de características fascistas de sus “jóvenes”, otros no menos beligerantes comenzaban a mostrar fastidio por los malos resultados de esos actos.

Así es que en ocasión de algunos de los últimos grandes atentados terroristas que los tuvo como protagonistas, como es el de las bombas a control remoto contra la Guardia Nacional Bolivariana, ejecutada pocos días antes del simulacro electoral y que se repitiera este pasado domingo, dejando a varios motoristas gravemente heridos por quemaduras, o cuando el asalto con granadas y bazookas al Cuartel de La Carlota, se pudo constatar que varios integrantes de Acción Democrática hicieron llegar su disconformidad al diputado Freddy Guevara, de Voluntad Popular, que funge como referente de los grupos más violentos.

No solo ellos, sino que también, algunos empresarios ligados al partido Primero Justicia, comenzaron a mostrar su descontento por las dificultades que les acarreaban las “guarimbas” en sus propios barrios.

Fue muy viralizado un video en que la esposa de uno de estos ejecutivos la emprende a insultos con varios guarimberos de Voluntad Popular que no la dejan atravesar una barricada en un barrio del Este de Caracas y luego con su vehículo 4×4 embiste la improvisada barricada y persigue a los escuálidos con la intención de aplastarlos.

Todo huele a derrota en la bolsa de gatos opositora, y peor será cuando en las próximas horas se venzan los plazos para presentar candidatos a fin de participar en los comicios regionales y gubernamentales de diciembre, ya que los dos sectores que se disputan el liderazgo opositor no coinciden sobre si subirse al escenario o dejar pasar el convite apelando a la fantasía de que el gobierno “pronto va a caer”.

Miles de epítetos censurando su “oportunismo” o “ligereza”, le han caído sobre la cabeza al titular de la muy devaluada Asamblea Nacional, Ramos Allup, por afirmar que él sí quiere competir electoralmente, dejando en mala posición a quienes desean volver a las calles a quemar compatriotas, golpearlos, degollarlos con cintas de acero o someterlos a linchamientos masivos.

Lo cierto es que el chavismo los vuelve locos. Cuando daban por seguro que de fines de julio no pasaban, el pueblo hizo resurgir la potencialidad de esa construcción política y ahora va por más, buscando generar desde la Constituyente un avance en dos direcciones coincidentes. Por un lado, dando un mensaje saludable a su propia base, a esos millones que rompieron los moldes y votaron con una mezcla de rabia y alegría, autodefensivamente. Para esa amplia franja poblacional es necesario asegurar que los poderes del Estado habrán de reorganizarse y que la guerra económica será derrotada con voluntad política, participación de los de abajo y movilización continua.

La otra asignación pendiente es que el pueblo goce de la más absoluta seguridad para poder circular, trabajar, estudiar, movilizarse. Todo ello con la garantía de que solo el pueblo movilizado salvará al pueblo. Sin burócratas, sin traidores, sin corruptos. Con el legado de Hugo Chávez como bandera de combate.

Por otro lado, está el mensaje dirigido a la oposición. Hacia la más violenta, pero también apuntando a la que se dice “democrática”. No debe haber más margen para la provocación y la ejecución de acciones terroristas. No es posible que amplios sectores de la ciudadanía estén amenazados, secuestrados o hayan sido perseguidos por el odio y la perversidad que solo un comportamiento fascista puede generar.

Al que saque los pies del plato y quiera atentar contra las posibilidades de paz con justicia, le tiene que caer todo el peso de la ley. No hay más margen para la impunidad, y quien quiera eludir esta determinación tendrá que enfrentarse con la unidad político-militar que sustenta al actual gobierno. De allí, que se festeje el regreso a prisión de los cobardes inductores a destruir la convivencia entre hermanos, vecinos y familias venezolanas. Ni Antonio Ledezma ni Leopoldo López parecen haber leído que en la historia del país caribeño nunca se registraron -con la cotidianidad que ahora trataron de instalar- hechos de tanta brutalidad e insensibilidad como los derivados de sus guarimbas.

Finalmente, de cara a la jauría internacional encabezada por Estados Unidos y la Unión Europea (más varios amanuenses latinoamericanos), se hace fundamental demostrarles en los hechos que Venezuela es soberana y responderá a sus amenazas en tiempo y forma. No dejarles pasar ningún tipo de agravio, y por el contrario reafirmar que las elecciones realizadas gozan de toda legitimidad.

Que quienes hoy apuntan contra Venezuela desde algunos países del continente, deberían girar las cabezas hacia sus propios territorios, donde volverá a confirmarse que son -todos ellos- espacios geográficos en que la violación de los derechos humanos se ha convertido en una rutina. No son abanderados de la libertad sino carceleros de sus pueblos, que en cuanta ocasión se les presenta los repudian y pujan por quitárselos de encima.

Hoy mismo, no hay uno solo de estos declamadores de la desestabilización internacional que no tengan conflictos sociales internos, manifestaciones, violaciones de derechos humanos, presos y presas, desaparecidos, gatillo fácil, olas de despidos y devaluaciones feroces. Sin embargo, quieren convencer a sus respectivas poblaciones que el enemigo es el gobierno de Nicolás Maduro. Cuando menos se lo imaginen, esa mentira les explotará en pleno rostro.

No hay quien pueda con el chavismo bravío.

Por REDH-Cuba

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