El vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, aterrizó este martes en Brasil, primera escala de su tercera gira conspirativa contra Nuestra América, que además incluirá Ecuador y Guatemala, y que tiene el clarísimo propósito de restaurar el dominio de Washington en la región que siempre ha considerado su patio trasero.
El recorrido de Pence ocurre tras ponerse en vigor por el actual inquilino de la Casa Blanca, Donald Trump, la denominada política de “tolerancia cero”, que separa a los hijos de los migrantes latinoamericanos en territorio norteamericano, y los confina en centros de hacinamiento y hasta enjaulados.
Esa cruel y racista medida del magnate Trump ha generado una ola de rechazo en este hemisferio y en toda la comunidad internacional, al ser considerada una flagrante violación de los derechos humanos de los infantes y de sus padres.
Precisamente el más reciente periplo del Vicepresidente de EEUU por la Patria Grande tiene entre sus “misiones” aplacar las reacciones contrarias a la postura antiinmigrante de “tolerancia cero” que daña a los ciudadanos de la mayoría de las naciones de Nuestra América.
Sin embargo, el objetivo cardinal de sus visitas a Brasilia, Quito y Guatemala es alentar la política de asedio y agresiones del Pentágono y la Casa Blanca contra la Venezuela Bolivariana, e incitar la subversión y la desestabilización en la Nicaragua Sandinista, y la Bolivia de Evo.
Venezuela y el recién reelecto democráticamente mandatario Nicolás Maduro continúan siendo las “presas más preciadas del águila imperial” para, según el plan perverso diseñado por Washington, acabar definitivamente con los gobiernos populares en la Patria Grande.
Le siguen los líderes de Nicaragua, Daniel Ortega, y de Bolivia, Evo Morales, lo que explica los hechos violentos que desde hace dos meses protagonizan delincuentes financiados por la derecha en el país centroamericano, y las frecuentes campañas mediáticas y acciones sediciosas contra el proceso de cambio en la nación andina.
Por supuesto que Pence en la agenda de esta gira por América Latina lleva como otra prioridad impedir a toda costa que el expresidente de Brasil Lula Da Silva sea excarcelado y participe como candidato en las elecciones de este año en el gigante sudamericano.
La Casa Blanca sabe muy bien que Lula puede vencer en la consulta popular de octubre venidero en Brasil, lo que evidentemente cambiaría la correlación de fuerzas en Nuestra América, luego de un eventual triunfo de Manuel López Obrador en los comicios del próximo domingo 1 de julio en México.
Washington anda muy apresurado frente a lo que puede ser un regreso al progresismo y de facto otro revés para sus enfermizos intereses de dominación en la Patria Grande. No por gusto Pence realiza por estos días su tercer recorrido conspirativo por la región.
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