La Batalla Cultural comenzó con el triunfo de la Revolución Cubana en enero de 1959. No existe en la historia algo semejante: una isla en el Caribe rodeada de dictaduras derrota a un dictador impuesto por Estados Unidos y logra la rendición del ejército y la policía, sometidos por el imperio, mientras el poder económico, los socios y mafias de ese poder huyeron a Miami.

“No se puede tener compromiso con la Revolución si no se tiene compromiso con el pueblo” respondió el presidente de Cuba Miguel Díaz Canel durante una entrevista realizada en La Habana en marzo pasado por el periodista y politólogo Ghassan Ben Jeddou, presidente de la Junta directiva de Al Mayadeen.

También felicitó a los cubanos “porque en un momento tan difícil, tienen un presidente como éste, mientras en otras partes parecen salidos de los museos” al compararlo con los gobernantes de su propia región “por la falta de ideas, y creatividad para resistir” dijo Ben Jeddou a la reconocida periodista Arleen Rodríguez de Cubadebate. Estaba sorprendido por la capacidad de resistencia de Cuba frente a las agresiones de Estados Unidlos calificando a la isla del Caribe “como un faro de dignidad”.

Sin duda en las respuestas de Díaz Canel encontramos intacto el legado del Comandante Fidel Castro Ruz y la persistencia en estos tiempos de los auténticos principios revolucionarios.

Ese legado es imprescindible ante los intentos de Estados Unidos por regresar a los años 1823, amprándose en la Doctrina Monroe colonial por excelencia en el siglo XIX, lo que se traducía como “América (del sur) para los americanos (del norte)” disputando a los colonizadores europeos el control de nuestros territorios y de sus inmensas riquezas.

En realidad, la Batalla Cultural comenzó con el triunfo de la Revolución Cubana en enero de 1959. No existe en la historia algo semejante: una isla en el Caribe rodeada de dictaduras derrota a un dictador impuesto por Estados Unidos y logra la rendición del ejército y la policía, sometidos por el imperio, mientras el poder económico, los socios y mafias de ese poder huyeron a Miami.

Un sueño casi imposible se convertía en realidad para toda la región y los pueblos entendieron que si los revolucionarios cubanos, recuperaban su patria de las manos sangrientas del imperio, cuya sede estaba a sólo 90 millas de distancia, rescataba a la región de la inmovilidad y la resignación. Sin duda era un hecho cultural inimaginable. En su alegato de defensa cuando estaba detenido por encabezar el intento de tomar los cuarteles del Moncada, en Santiago de Cuba, y Manuel de Céspedes en Bayano, el 26 de julio de 1953, Fidel Castro, renaciendo al héroe cubano José Martí ya hablaba de la educación y de cumplir el programa del Moncada, anticolonial y liberador en todos sus conceptos.

La necesidad de una población organizada dejando atrás la ignorancia era impostergable. Incorporar a las mayorías explotadas y humilladas, era un paso hacia su redención y su inclusión consciente en el proyecto revolucionario. El tema de la educación estuvo en la mesa de las medidas prioritarias y la gran batalla cultural se expresaría en el proceso de alfabetización que se inició en enero de 1961, y que había comenzado a elaborarse en 1959 como también la Reforma Agraria. Prácticamente no existía escuela pública, y por supuesto la mayoría del pueblo no tenía acceso a la educación.

“Las tareas concretas se centran en lograr la universalización del acceso a la educación de todos los niños y jóvenes cubanos, en la dignificación del trabajo de los maestros, la incorporación de los docentes desempleados y la formación de centenares de nuevos educadores, en el adecentamiento y la recalificación del Ministerio de Educación (MINED) y las demás estructuras institucionales” escribió Felipe de Jesús Pérez Cruz, profesor titular Pedagogo y otros títulos en referencia al hecho histórico de la alfabetización.

Añadió que

“Esos maestros, junto al título de propiedad de la tierra, es lo primero que simboliza –y concreta– la Revolución triunfante en la conciencia del hombre del campo”.

El 28 de abril de 1959, nació la Casa de las Américas, el hasta hoy mayor centro de irradiación cultural, no sólo en la región sino en el mundo, que ha sobrevivido a los momentos más difíciles en una entrega solidaria incomparable. A través de esta institución cultural aprendimos y valoramos el pasado y el presente de las raíces culturales de nuestros pueblos, especialmente del olvidado Caribe, también de Africa, Europa, Asia, lo que significó una ola de admiración y respeto de los intelectuales en todo el mundo.

También los revolucionarios de la Sierra Maestra, entendieron la necesidad de una prensa propia y crearon sus medios de comunicación. Es imposible de imaginar esa prensa clandestina, que de una u otra forma llegaba a los sectores más avanzados de la región.

Por esta razón al triunfo se vieron en la necesidad de romper el aislamiento y transmitir el pensamiento revolucionario y la verdad sobre la lucha de un pueblo heroico que salió desde la Sierra Maestra como el David de la Biblia, a combatir al gigante Goliat hasta vencerlo.

Desde antes del triunfo revolucionario que logró el derrocamiento del dictador Fulgencio Batista, impuesto por Estados Unidos en 1952, ya actuaban los dueños de gigantes corporaciones mediáticas que convertían a los revolucionarios en bandidos, como dijeron de todos los héroes de Nuestra América que luchaban por la liberación.

Conociendo al enemigo que enfrentaban, poco después del triunfo de la revolución se reunieron los comandantes Fidel Castro y Ernesto Che Guevara, acompañados por el periodista argentino Jorge Ricardo Masetti, quien llegó para entrevistar a los combatientes en la Sierra Maestra, y se integró al proceso revolucionario. En esa reunión decidieron cómo se iba a enfrentar la guerra mediática, que intentaba destruir las raíces de la naciente Revolución y aislarla.

“En un primer momento se invitó a casi 400 periodistas del continente para que viajaran a La Habana a constatar la campaña de calumnias y mentiras sobre la realidad cubana. Durante aquel encuentro, el líder histórico de la Revolución, Fidel Castro, señaló el imperativo de que los pueblos de América Latina tuviesen una agencia de noticias para divulgar su realidad, manipulada, silenciada y calumniada por las grandes transnacionales de la información” escribió en su momento Ernesto Vera Mellado periodista y revolucionario cubano. Entre esos invitados se encontraron Gabriel García Márquez, Carlos María Gutiérrez, Rodolfo Walsh y Aroldo Wall, entre otros extraordinarios periodistas y escritores, que tomaron el compromiso de acompañar la creación de una agencia de noticias latinoamericanas y escribir.

El 16 de junio de 1959 se fundó la Agencia Prensa Latina bajo la dirección de Masetti, acompañado también por reconocidos periodistas cubanos. Hasta hoy Prensa Latina sigue cumpliendo su objetivo revolucionario en medio de infinitas dificultades por el bloqueo impuesto a Cuba por Estados Unidos, como también lo hacen las radios que dieron continuidad a su tarea en la Sierra Maestra. Y luego vendría la Televisión Cubana, el cine, todo aquello que ha logrado sostener la revolución. Además, demostrar los logros como la educación, la salud gratuita o el avance científico que sigue sorprendiendo al mundo, entre tantos otros.

Difundir la verdad, pero también la cultura de los pueblos, las diversidades y complejidades de nuestra historia era y es enfrentar al poder hegemónico. La existencia de Prensa Latina(PL)es una larga y heroica batalla para mantener corresponsales en todo el mundo, resistiendo cada vez más el asfixiante sitio de guerra contra la Isla lo que se ha constituido en un verdadero crimen de lesa humanidad, por las graves consecuencias que tiene sobre la población.

En junio de 1961, entre el 26 y el 30 de ese mes se debatió el tema de la Creación del Consejo Nacional de Cultura, durante reuniones de intelectuales cubanos. Al finalizar se produjo el primer encuentro entre el Comandante Fidel Castro con los escritores, y artistas cubanos en la Biblioteca Nacional.

Al comienzo de su intervención el líder cubano analizó lo que significaba para el proceso revolucionario el papel de los intelectuales y su compromiso con el pueblo, entre otros conceptos. Comenzó sosteniendo que “nadie ha supuesto nunca que todos los hombres o todos los escritores o todos los artistas tengan que ser revolucionarios, como nadie puede suponer que todos los hombres o todos los revolucionarios tengan que ser artistas, ni tampoco que todo hombre honesto, por el hecho de ser honesto, tenga que ser revolucionario.

“Revolucionario es también una actitud ante la vida, revolucionario es también una actitud ante la realidad existente.  Y hay hombres que se resignan a esa realidad, hay hombres que se adaptan a esa realidad; y hay hombres que no se pueden resignar ni adaptar a esa realidad y tratan de cambiarla:  por eso son revolucionarios” (…) Claro está que quien tiene esa actitud ante la vida, sea o no sea revolucionario, sea o no sea artista, tiene sus fines, tiene sus objetivos.  Y todos nosotros podemos preguntarnos sobre esos fines y esos objetivos que se dirigen hacia el cambio de esa realidad, se dirigen hacia la redención del hombre; es precisamente el hombre, el semejante, la redención de su semejante, lo que constituye el objetivo de los revolucionarios.” Remarcaba que “si a los revolucionarios nos preguntan qué es lo que más nos importa, nosotros diremos:  el pueblo.  Y siempre diremos:  el pueblo en su sentido real, es decir, esa mayoría que ha tenido que vivir en la explotación y en el olvido más cruel.  Nuestra preocupación fundamental siempre serán las grandes mayorías del pueblo, es decir, las clases oprimidas y explotadas”.

Más aún señalaba que “el pueblo es la meta principal.  En el pueblo hay que pensar primero que en nosotros mismos.  Y esa es la única actitud que puede definirse como una actitud verdaderamente revolucionaria”.

Fue el momento en que quedarían establecidas las bases de la Revolución Cultural y además esto sucedía en el marco de los ataques de Estados Unidos, incluyendo el intento de invasión contra Cuba (abril 17-19- 1961 Playa Girón) que fue derrotada, considerada la primera victoria contra el imperio en Nuestra América. En tanto la guerra mediática y sicológica estaba en pleno auge de crecimiento, tratando de confundir a algunos intelectuales en temas claves.

Sucedía en plena “guerra fría” y el imperio tenía muy claro la necesidad de destruir la cultura, la identidad y la memoria histórica del pueblo cubano, como lo está haciendo en estas nuevas guerras contrainsurgentes de Baja intensidad, para crear poblaciones zombis (algo así como muertos vivientes) en todo el mundo y en este siglo.

Estamos día a día bajo la intensidad de una guerra sicológica y de juegos imperiales recurriendo, entre otras maniobras, a imponer nuevos nombres para confundir y colonizar también nuestro lenguaje. Un ejemplo es llamar Lawfare, a lo que es la guerra psicológica como si fuera algo nuevo, cuando se viene aplicando desde los primeros tiempos de la “guerra fría”. O como el término Fake News que significa “notica falsa” y una larga lista de palabras que los pueblos repiten sin entender su significado lo que demuestra el avance entre otras evidencias de la recolonización cultural.

En la actualidad han logrado infiltrar las estructuras judiciales en casi toda la región, y concentrar a la mayoría de los medios masivos de comunicación privados, en una tarea que venía desde que sus dueños, grandes empresarios encontraron en la Sociedad Interamericana de Prensa(SIP) su lugar en el mundo de la desinformación.

La SIP presentada en su inicio (1943) como una asociación surgida ante la necesidad de luchar contra el nazismo, muy pronto mostraría sus verdaderos objetivos. Lentamente se convirtió a la permanente desinformación en un arma imprescindible en las distintas formas de guerra que el imperio aplica en todos los países del mundo. Hoy estamos sometidos a un proceso muyapresurado de recolonización.

La televisión por cable le ha permitido a Estados Unidos poner en escena cotidianamente una verdadera academia de la violencia, que incluye métodos cada vez más salvajes de tortura. Todo estalla, todo vuela en pedazos. Eso es lo que ve la juventud, entre monstruos que aterrorizan.

En estos momentos más del 95 por ciento de la des-información y manipulación que circula por el mundo, está bajo la égida del departamento de Estado y el Pentágono de Estados Unidos y sus principales aliados Gran Bretaña e Israel, además del conjunto de las más grandes empresas del mundo como el Grupo Bildelberg y la colonizada Unión Europea, que deciden el destino de la humanidad.

La dirigencia revolucionaria desde los primeros días del triunfo había tomado en sus manos el tema cultural y el registro de una identidad profunda. En esa realidad se sustenta la dialéctica, entendiendo que los intelectuales hoy como nunca tienen que trabajar junto a los pueblos, que se mantienen en un estado de rebelión constante y un día despiertan y asaltan las calles, muchas veces sin dirigencias como está sucediendo en distintos países de nuestra región.

Lamentablemente al faltar éstas y especialmente en las bases populares, falta la organización, precisamente cuando se está enfrentando un nuevo proyecto Geoestratégico de Recolonización de Nuestra América en base a documentos creados por los “tanques pensantes” para actuar en los conflictos de los años 2000, (siglo XXI) y lo están haciendo. Las nuevas tecnologías bajo su control potencian todos sus planes. A pesar de esto la decadencia irreversible del imperio arrastra a sus socios más dependientes al abismo y a la destrucción.

La dirigencia política de América Latina, deben entender que mientras nuestros países no logren su plena soberanía y la independencia es imposible el sueño de una “democracia” real con participación activa de los pueblos, con el rescate de la memoria histórica y cultural. Además, en pleno siglo XXI hemos retrocedido a los tiempos de la expansión imperial del siglo XIX y senos plantea un nuevo proceso de liberación nacional.

Por REDH-Cuba

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