Las infames listas de Estados Unidos (I). Por José Luis Méndez Méndez

Durante la administración demócrata de William Clinton, desde 1993 hasta el 2000, se continuó la infamia de mantener a Cuba, designado como Estado patrocinador del terrorismo, con todas las implicaciones que esa calificación falsa conlleva. Entre 1994 y 1997 se reiteran los gastados argumentos de los informes anteriores sobre el tema, se esgrimen sin fundamento la presencia de fugitivos de la justicia norteamericana supuestamente residentes en Cuba.

Tal vez sea necesario actualizar que entre Estados Unidos y Cuba existen dos acuerdos de extradición, uno firmado en 1904 y otro en 1926, no fue Cuba, quien dejó de honrarlos. Como consecuencia de los profundos cambios políticos acontecidos a partir del 1 de enero de 1959, escaparon del país criminales, malversadores, connotados torturadores y asesinos, todos encontraron refugio en Estados Unidos. Con sólidos argumentos y pruebas irrefutables las autoridades cubanas desde el 7 de enero de 1959 solicitaron las extradiciones, pero el Departamento de Estado negó reiteradamente el pedido e hizo más, les dio protección argumentando que algunos de estos sujetos habían denunciado supuestas irregularidades en Cuba.

Desde entonces y hasta el presente, criminales, secuestradores, terroristas y quebrantadores de las leyes cubanas han tenido en el Sur de la Florida, una madriguera protegida, no solo para cobijarse, sino para actuar desde allí, la tolerancia no es más que un incentivo para continuar su actuación.

En estos informes se esgrime la supuesta falta de cooperación de Cuba para combatir al terrorismo, ejemplos sobran para rebatir esta falaz acusación. Analistas e investigadores de la Agencia Central de Inteligencia, no pudieron ignorar la contribución de la Isla a enfrentar ese mal global.

En su informe titulado Research Study. International and Transnational Terrorism: Diagnosis and Prognosis de abril de 1976, estimó: “Con la excepción de… el memorando de entendimiento respecto a los secuestradores de aviones y barcos que fue firmado por los Estados Unidos y Cuba en 1973, para la rápida extradición de categorías específicas de terroristas, la respuesta internacional al terrorismo ha sido relativamente débil e inefectiva”.

Esta evaluación de esa agencia norteamericana contrasta con la actitud de las administraciones a lo largo del tiempo. Durante 40 años, entre 1960 y 2000, fueron secuestradas en Cuba y llevadas a los Estados Unidos, 49 aeronaves, de estas 37 civiles. En total se registran 54 actos de piratería de ese tipo. Del total de aviones secuestrados hacia territorio norteamericano, solo el 34 % ha sido devuelto a Cuba, es decir 16 de 49.

En febrero de 1998, la entonces Comisión de Derechos Humanos de la ONU condenó en Ginebra la utilización de mercenarios en la realización de actos terroristas en Cuba al considerar que ponía en peligro el derecho humano principal y esencial de los cubanos que es el derecho a la vida.

La publicación en abril de ese año por el Departamento de Estado de Estados Unidos de su informe anual sobre el comportamiento del terrorismo en el mundo durante 1997, colocó una vez más para sorpresa de la humanidad a Cuba entre los entonces siete países supuestamente patrocinadores del terrorismo, aunque no tuvo otra alternativa, ante la inequívoca realidad, que admitir que no ha participado en ningún acto terrorista.

Dos meses después, en junio, una delegación del Buró Federal de Investigaciones, FBI, visitó Cuba donde recibió abundante y verídica información sobre el accionar terrorista de organizaciones anticubanas en Estados Unidos, conocieron planes e intenciones en curso, pero nada aconteció, los criminales no fueron molestados.

El 12 de septiembre siguiente, varias personas que recopilaban información para conocer, prevenir y evitar los actos de terror desde Estados Unidos fueron detenidos, juzgados en un juicio parcializado, en un medio hostil y condenados injustamente a enormes penas. Durante más de una década fueron prisioneros políticos del Imperio, constituyeron un baluarte y ejemplo de dignidad, estoicismo, convertidos en héroes nacionales y de la humanidad, en paradigmas de la lucha real contra ese flagelo.

Es decir que el país agredido durante décadas deviene en patrocinador del terrorismo por la voluntad omnímoda de Estados Unidos y consecuentemente se le intentan aplicar medidas de todo tipo que a su vez generan terror contra más de once millones de cubanos al ser amenazados por un sistemático y globalizado bloqueo por casi medio siglo.

El 30 de abril de 2001, Cuba volvió a ser certificado como país terrorista en particular por el supuesto pretexto de dar abrigo a personas perseguidas por Estados Unidos. A todos estos falsos argumentos, las autoridades cubanas dieron una meridiana y oportuna respuesta.

Un ejemplo de la manipulación de calificar a Cuba como país patrocinador del terrorismo es que de 25 iniciativas anticubanas en el Congreso de los Estados Unidos, entre diciembre de 2001 y abril de 2002, en 14 de ellas se hacía mención a esa condición para justificar la aplicación de acciones de castigo.

Cuba dio pronta y efectiva respuesta a la convocatoria de la ONU del 28 de septiembre de 2001, que solicitó a los Estados miembros informar sobre las medidas para enfrentar al terrorismo. Según lo previsto en el párrafo dispositivo 6 de la Resolución 1373 (2001) aprobada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

El Estado cubano estableció, como siempre lo ha hecho, que aboga por una cooperación internacional verdaderamente eficaz, que permita prevenir y combatir todos los actos de terrorismo, eliminar sus causas, asegurar la aprehensión, el enjuiciamiento o la extradición de los autores, organizadores y patrocinadores de actos y acciones terroristas, así como de todos aquellos que las apoyan o financian.

También apoya y participa en la cooperación internacional contra el terrorismo internacional basada en un marco de legitimidad internacional, en el respeto irrestricto de los principios del Derecho Internacional y de los propósitos y principios consagrados en la Carta de las Naciones Unidas y en el pleno respeto de los derechos humanos, en particular, del derecho a la vida.

El 29 de noviembre de 2001, Cuba presentó al gobierno norteamericano una propuesta de Programa Bilateral de lucha contra el terrorismo, reiterada el 3 de diciembre del mismo año. El 12 de marzo de 2002 y el 17 de diciembre de ese año. Más de un año insistiendo para establecer una seria y efectiva agenda de seguridad bilateral. A todas estas propuestas cubanas la administración republicana de George W. Bush, dio una incongruente, vana y sin fundamento respuesta negativa.

Esta actitud diligente y expedita del gobierno cubano para combatir al terrorismo ha sido silenciada por los controlados medios masivos de comunicación dentro y fuera de Estados Unidos.

En lo interno Cuba incrementó el rigor de las leyes para sancionar los actos de terror. Se legisló con rapidez para crear más instrumentos específicos para la lucha contra el terrorismo del cual el país tiene una abundante y sedimentada experiencia por enfrentarlo durante más de cinco décadas.

El 21 de mayo de 2002, cuando el Departamento de Estado publicó una nueva lista mundial de países terroristas, Cuba volvió a figurar como patrocinador. En el informe se relacionaban a las organizaciones terroristas —versión Estados Unidos— más criminales en el mundo, pero ninguna de las anticubanas, ni sus miembros fueron incluidos. No aparecieron ni Luis Posada Carriles, ni Orlando Bosch Ávila, ni otros cientos, que reciben abrigo en su territorio, no obstante el reclamo de varios países para ser juzgados por delitos cometidos, algunos de lesa humanidad, aún impunes. Ha sido un caso de terrorismo doméstico, una amenaza interior que han tolerado más de trece administraciones.

Si existiera alguna duda sobre esta afirmación, acuden en su aval, datos inobjetables que confirman, que dentro del territorio norteamericano esos terroristas anticubanos resguardados allí han ejecutado 330 actos de terror, todo consumados. Así por ejemplo en Miami, se produjeron 204; en New York, 81 y en New Jersey 15, por solo citar aquellas de mayor incidencia. En diez ciudades estadounidenses esos criminales han actuado con total impunidad, causando muerte, daños y pánico.

Las leyes antiterroristas estadounidenses promulgadas en 1996 y después del 2001, prevén severas sanciones económicas para los países que supuestamente apoyan al terrorismo, el incluir a Cuba en sus certificaciones es una forma de justificar el criminal bloqueo,

Las autoridades cubanas han propuesto, en reiteradas ocasiones, a las norteamericanas la cooperación para enfrentar también al narcotráfico y al tráfico de personas, pero no han recibido respuesta para poder encauzar esos esfuerzos.

(*) Escritor y profesor universitario. Es el autor, entre otros, del libro “Bajo las alas del Cóndor”, “La Operación Cóndor contra Cuba” y “Demócratas en la Casa Blanca y el terrorismo contra Cuba”. Es colaborador de Cubadebate y Resumen Latinoamericano.

Imagen ilustrativa de portada: Richi Herrera

Fuente: Cuba en Resumen

Por REDH-Cuba

Shares