«Les oí decir: “¡Construyan ese muro!¡Construyan ese muro!” Ustedes saben que esto es tierra indígena. Ustedes saben que se supone que nosotros no debemos tener muros aquí. Nunca los tuvimos. Antes de que llegaran otros aquí, nunca tuvimos muros. Nunca tuvimos una prisión. Siempre cuidamos a nuestros mayores, cuidamos a nuestros hijos. Siempre les dimos lo que necesitaban. Les enseñamos a distinguir lo bueno de lo malo. Desearía ver a la masa de jóvenes poner esa energía en hacer que este país sea realmente grande». Nathan Phillips, Anciano de la Tribu Omaha y Veterano de la Guerra de Vietnam en los escalones del Lincoln Memorial

Una vez más tenemos una imagen indeleble que definirá el período de Trump en el que vivimos.  Recientemente nos quedamos boquiabiertos al ver la imagen de una mujer migrante corriendo con sus dos hijas pequeñas para protegerlas de los gases lacrimógenos en la frontera. Ahora tenemos a un anciano nativo cantando una canción inter-tribal en los escalones del Lincoln Memorial, y un joven blanco arrogante, ignorante de la historia, desafiándolo con una sonrisa burlona, vistiendo una de las gorras de Trump « Hagamos América grande de Nuevo” (MAGA por sus siglas en Ingles), mientras que decenas de otros, como parte de la misma pandilla, lo rodean  gritando y burlándose de él.

Nathan Phillips estaba en Washington para participar en la Primera Marcha de los Pueblos Indígenas por la unidad de los pueblos indígenas de todo el mundo en respuesta a las injusticias que enfrentan. Phillips, un veterano de Vietnam, es conocido por llevar a cabo servicios de oración en el Cementerio Nacional de Arlington para honrar a los veteranos nativos americanos que están enterrados allí.

Es la mirada de este joven, vacía de conciencia, mientras el digno Phillips continua tocando el tambor, lo que es más inquietante. Es el aspecto de la supremacía blanca y el derecho racista capturado en video. Es la misma mirada de los jóvenes blancos que rodeaban y se burlaban de los valientes participantes negros en las sentadas en el Sur que luchagan contra la desegregación. Y es el rostro vergonzoso de las multitudes que salieron a celebrar el linchamiento de 3.500 negros en este país después de la Guerra Civil.

¿Quiénes son estos jóvenes con sombreros del MAGA? Eran un grupo de estudiantes de la Escuela Secundaria Católica de Covington en Kentucky. Estaban en Washington en una excursión para asistir a la reaccionaria marcha contra el aborto. La Diócesis Católica de los Estados Unidos, que no es exactamente una organización transparente, está pidiendo una investigación. Mientras tanto, los administradores de la escuela se están distanciando de los estudiantes que participaron aludiendo que son excepciones a los principios morales de la escuela. ¿En serio? ¿Dónde estaban los adultos que los acompañaban para disciplinarlos? Este tipo de prejuicio sólo puede existir en el ambiente en el que estos jóvenes se crían. Su incubación está en la escuela, en el seno de sus familias y en el racismo institucionalizado de los EE.UU.

El incidente se produce unos días antes del día festivo para honrar a Martin Luther King y unos días después de que Trump hiciera bromas sobre la masacre de Wounded Knee en 1890, donde 300 hombres, mujeres y niños de la tribu Lakota fueron asesinados a tiros por el 7º Cuerpo de Caballería de los Estados Unidos. Trump no es el creador del racismo y la desunión en este país, pero ahora es el comandante en jefe del mismo; avivando enérgicamente su llama.

Fuente: Comité Internacional Paz. Justica y Dignidad a los Pueblos.

Foto: KC Noland

Por REDH-Cuba

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