Es habitual, aquí y en cualquier parte del mundo, escuchar frases como la siguiente: “Ella no trabaja, ella solo es ama de casa”.

Según el informe “Tiempo para el cuidado” publicado por OXFAM: “Las mujeres y niñas dedican 12.500 millones de horas diarias a realizar actividades como el cuidado de niños y niñas, personas mayores, enfermas o discapacitadas, además de tareas domésticas como cocinar, lavar o ir a buscar agua o leña. Ese tiempo supone una contribución a la economía mundial de al menos 10,8 billones de dólares anuales, una cifra que triplica el tamaño de la industria mundial de la tecnología”.

En el mismo informe, publicado en enero de este año a propósito de celebrase el Foro de Davos, se lee: “Las mujeres y niñas realizan más de las tres cuartas partes del trabajo de cuidados no remunerado. A menudo se ven forzadas a reducir su jornada laboral o renunciar a su empleo remunerado para poder hacerse cargo del trabajo de cuidados. En todo el mundo, el 42% de las mujeres no puede acceder a un empleo remunerado porque son las responsables del trabajo de cuidados, en comparación con tan solo el 6% de los hombres.”

Concluyen: “El trabajo de cuidados no remunerado es el «motor oculto» que mantiene en funcionamiento economías, empresas y sociedades”.

En Venezuela

Fue en Venezuela donde por primera vez en la historia se reconoció constitucionalmente el trabajo del hogar como una actividad económica.

Se lee en artículo 88 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, aprobada en 1999 en referendo popular:

“El Estado garantizará la igualdad y equidad de hombres y mujeres en el ejercicio del derecho al trabajo. El Estado reconocerá el trabajo del hogar como actividad económica que crea valor agregado y produce riqueza y bienestar social. Las amas de casa tienen derecho a la seguridad social de conformidad con la ley.”

Dice María León, incansable luchadora por los derechos de la mujer, que de todos los artículos de la Constitución del 99, el 88 es el más revolucionario porque rompe uno de los paradigmas más antiguos de la humanidad, el referido a que la actividad que realiza la mujer en el hogar no es trabajo. Añade que “la grandeza de este planteamiento consiste en que iguala al hombre y a la mujer en el trabajo, en la base de la sociedad”.

Durante siglos, las tareas que las mujeres realizan en el hogar como por ejemplo, preparar los alimento; limpiar y mantener la vivienda; lavar; reparar prendas de vestir; cuidar a los niños, a los adultos mayores, a las personas con discapacidad, y a personas con alguna enfermedad; incluso el trabajo comunitario, no solo no han sido reconocidas como lo que son, es decir trabajo, sino por el contrario, han sido invisibilizadas.

Preguntémonos, por ejemplo, cuánto implicaría en erogación de dinero si en el hogar hubiese que pagarle a un tercero por limpiar, cocinar, lavar, o si hubiese que contratar a una enfermera para cuidar de los enfermos o de las personas con alguna discapacidad, o a una maestra para supervisar las tareas de los niños en el hogar.

Preguntémonos también, cuánto debería pagarse si en lugar de contratar a un tercero para que preste el servicio dentro del hogar, hubiese que buscar y pagar dicha prestación en el mercado de bienes y servicios, por ejemplo, comprar comida para llevar al hogar, contratar una guardería para el cuidado de los niños, llevar la ropa, toda, a la lavandería, un asilo para los abuelitos.

Todas estas tareas que se realizan dentro del hogar, tanto por mujeres como por hombres, son trabajo en la medida en que pueden ser o delegadas y, a la vez, remuneradas a terceras personas para que las realicen dentro del hogar; o simplemente adquiridas y pagadas en los mercados de bienes y servicios fuera del hogar. El detalle es que histórica y universalmente, somos las mujeres las que, en su gran mayoría, realizamos estas tareas. Pero además lo hacemos con profundo amor, responsabilidad, compromiso y dedicación.

Un grupo de mujeres y de hombres fuimos invitados por María León, actual Presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la Mujer de la Asamblea Nacional Constituyente, para cuantificar el aporte del trabajo de la mujer venezolana a la economía nacional. Estos son los resultados:

  1. En Venezuela, la mitad somos mujeres y la otra mitad son hombres. Sin embargo, del total de la población que cuenta con trabajo remunerado, sea formal o informal, solo el 40% son mujeres (5.938.175) y el 60% restante son hombres (8.813.065). Datos del año 2018 publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

  2. El número de personas que se dedica a quehaceres del hogar en Venezuela, es decir, al trabajo no remunerado, es 3.173.322, de las cuales, el 97% (3.079.192) son mujeres y solo el 3% (94.130) son hombres. (INE, 2018)

  3. Según la Encuesta del Uso del Tiempo realizada por el INE en 2011, las mujeres venezolanas que tienen trabajo remunerado le dedican, en promedio, una segunda jornada de 2,75 horas adicionales de lunes a domingo a las tareas del hogar. En cambio, los hombres que tienen trabajo remunerado le dedican tan solo 0,73 horas diarias a las tareas del hogar.

  4. Las amas de casa dedican en promedio 3,72 horas diarias de lunes a domingo a cocinar, lavar, limpiar, reparar prendas de vestir y calzado, cuidar a los niños y adultos mayores; los hombres, amos de casa, solo le dedican 0,27 horas diarias a las tareas del hogar. (Encuesta del Uso del Tiempo del INE).

  5. El 38% del trabajo que se realiza anualmente en la economía venezolana es no remunerado y lo realizamos en un 85% las mujeres.

  6. Del total del trabajo de la economía nacional, tanto el remunerado como el no remunerado, el 53% (más de la mitad) lo realizan las mujeres, del cual sólo se les remunera el 39%. En cambio, el hombre aporta 47% a la economía con la diferencia que se le remunera el 87% de su trabajo.

  7. El Producto Interno Bruto en Venezuela incrementaría 22% si le sumamos todo el trabajo no remunerado que se realiza en la economía, el cual, como ya mencionamos, en un 85% lo realizan las mujeres.

  8. La mujer venezolana aporta 25% al PIB con su trabajo, desagregados de la siguiente manera: 9% remunerado y 16% no remunerado.

  9. El hombre venezolano aporta 22% al PIB con su trabajo, desagregados de la siguiente manera: 19% remunerado y 3% no remunerado.

Resumiendo, las mujeres venezolanas generamos 13% más de riqueza que la que generan los hombres, aunque solo se nos reconoce, cuantifica, visibiliza y remunera el 39% de todo el trabajo que amorosamente realizamos.

A la mujer venezolana en el Día Internacional de la Mujer.

Pasqualina Curcio Curcio
Profesora Titular
Departamento de Ciencias Económicas y Administrativas
Universidad Simón Bolívar-Venezuela

@pasquicurcio

https://pasqualinacurcio.wixsite.com/pasqualinacurcio

https://www.alainet.org/es/articulo/205294

Por REDH-Cuba

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