El 14 de diciembre se transmitió un webinario en vivo acerca del “El impacto nacional y regional de las elecciones parlamentarias en Venezuela” organizado por el Consejo de Asuntos Hemisféricos con sede en Washington DC. Junto con los observadores electorales Dra. Margaret Flowers, Danny Shaw y Alina Duarte, quienes acababan de regresar de Venezuela, uno de los panelistas fue Steve Ellner, experto en Venezuela, Editor y Gerente asociado de la revista Perspectivas latinoamericanas, así como profesor jubilado de la Universidad de Oriente en Venezuela.

Entre otros temas, en su presentación informativa Steve se refirió a Enrique Ochoa Antich, personaje de la oposición venezolana quien recientemente escribió:

“¿… van a celebrar con estruendo, redoblantes, trompetas y fuegos de artificio esa “victoria” pírrica (que como las del famoso general griego, sólo deja como resultas un país más destruido)?”

Tengamos en cuenta lo siguiente. Estados Unidos, la Unión Europea y el Grupo Lima han llevado a cabo una guerra híbrida sin tregua desde (e incluso antes) de que Juan Guaidó se autoproclamara “presidente”, en enero de 2019. ¿El objetivo? El derrocamiento del gobierno de Maduro por cualquier medio que fuese necesario para ser reemplazado por el títere estadounidense Guaidó.

Sin embargo, la estrategia no sólo fracasó, sino que el gobierno bolivariano logró organizar las elecciones legislativas del 6 de diciembre, justo en las narices de las poderosas naciones occidentales y sus aliados latinoamericanos. De hecho, a pesar de los intentos de sabotaje, el proceso electoral se llevó a cabo de forma pacífica. Los Chavistas obtuvieron además, más del 70% de los votos y una abrumadora mayoría de escaños en el nuevo parlamento. ¿Entonces, dónde estuvo el fraude? Incluso los diputados de oposición recién elegidos, quienes se oponen a la política intervencionista Estados Unidos y Guaidó, estuvieron de acuerdo en cuanto a que las elecciones fueron legítimas.

¿Cómo puede entonces negar el partido extremista de Guaidó la victoria Chavista y en lugar de ello reclamar el triunfo? El único pretexto fue la relativamente baja participación del 31% de los votantes. No obstante, esto ha sido tratado adecuadamente por muchos comentaristas tanto dentro como fuera de Venezuela.

Pírrica victoria” de Trump-Guaidó

En cualquier caso, la característica más destacada de los resultados de las elecciones, aparte del voto popular Chavista, consistió en las divisiones y luchas internas dentro de las diferentes facciones de la oposición que boicotearon las elecciones. Incluso si a menudo ha habido división en el pasado, la oposición intramuros descendió ahora hasta las puñaladas por la espalda. Esta vez, dado que los medios corporativos internacionales se centraron en las elecciones, resultó evidente que todo el mundo las viera. En un ejemplo de esta pelea de perros desahogando su frustración en público, Henrique Capriles, figura de la oposición y dos veces candidato presidencial, declaró a la BBC:

“No tengo nada personal contra Guaidó, pero eso se acabó, está acabado, fundido, cerrado, listo.”

La declaración de “victoria” de la facción Trump-Guaidó como resultado de la baja participación de los votantes, recuerda la pírrica victoria que dejó atrás “un país más destruido”, citada anteriormente por la figura de la oposición, Ochoa Antich. Sin embargo, aquí su “país” no es el del Chavismo o Venezuela, sino más bien la tierra imaginaria de una oposición extremista. Si alguna vez el término pírrica victoria se aplicara, sería a este harakiri en acción. El 6 de diciembre, el “General griego” (Trump), sus acólitos venezolanos y sus aliados europeos y latinoamericanos de derecha, dejaron tras ellos nada menos que su propia destrucción política. Por otra parte, el Chavismo y Maduro salieron de las elecciones luchando y en mejor forma que antes. La antigua Asamblea Nacional, dominada por Estados Unidos, está ahora muerta y enterrada, mientras que la nueva Asamblea se opone a las sanciones e injerencia estadounidenses. Para la Revolución Bolivariana no se trata exactamente de una pírrica victoria, sino más bien una verdadera victoria.

El talón de Aquiles Trump-Guaidó en Venezuela

¿Cómo millones de humildes Chavistas lograron ‘devolverle la jugada’ a su formidable enemigo en las semanas previas al 6 de diciembre? En una visita a Caracas, en febrero de 2019, asistí a una reunión semiprivada con el presidente Maduro. Esta experiencia dio lugar al primero de una serie de artículos que buscan explicar cómo la Revolución Bolivariana ha logrado evitar las sanciones penales combinadas con su intento de golpe de Estado. Lo ha hecho con el fin de preservar su soberanía, y a la vez avanzar decididamente en el logro de sus objetivos sociales, económicos, alimentarios, culturales, educativos, sanitarios y de vivienda en el corazón de la Revolución Bolivariana. El tema de mi primer artículo trató acerca de la unión cívico-militar venezolana a la que Maduro dio vida aquél día en Caracas, como si fuese el Talón de Aquiles de Trump-Guaidó en Venezuela. No importa lo mucho que lo haya intentado la facción Trump-Guaidó, pero no ha sido capaz de retirar esa flecha de espinas de su talón. Es su talón de Aquiles.

Desde nuestra reunión de febrero de 2019 en Caracas, las cosas han cambiado en muchos sentidos. Por ejemplo, la membresía de la milicia, una fuerza voluntaria que hace parte de las Fuerzas Armadas, ha aumentado sustancialmente. En segundo lugar, inspirada en la unión civil-militar, ha aumentado la conciencia política y el patriotismo para enfrentar las fuerzas combinadas de las sanciones penales y la pandemia. Todos los esfuerzos de Estados Unidos y sus aliados para provocar un motín en las filas de las fuerzas armadas y el levantamiento del pueblo, han fracasado de manera miserable.

De este modo, la unión cívico-militar actuó como el talón de Aquiles y contribuyó a convertir las elecciones del 6 de diciembre en una victoria Chavista y, la esperada victoria Trump-Guaidó en una pírrica Victoria para ellos.

Por REDH-Cuba

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