Desde 1823, Estados Unidos ha intervenido, invadido, ocupado, vulnerado y avasallado la soberanía de casi todos los países de América Latina y el Caribe. Lo ha hecho mediante decenas y decenas de operaciones militares directas o de operaciones de inteligencia, con la complicidad de grupos de poder local, la derecha y la ultra derecha de nuestros países, que han provocado golpes de Estado, el derrumbe de gobiernos constitucionales y una permanente fragilidad democrática en una región que ha sido tratada siempre como el patio trasero de un imperio prepotente y autoritario.

Es incalculable el número de muertos civiles que han generado las ocupaciones y las intervenciones militares de Estados Unidos en la región. También, son incalculables las pérdidas económicas y las décadas de atraso que hemos debido soportar, como consecuencia de la aplicación de una doctrina de seguridad continental cuya barbarie no tiene otro fundamento que la prepotencia de las armas.

Ninguna región del mundo, durante los últimos 200 años, sufrió tanto el acoso de un imperio como América Latina por parte de los Estados Unidos. Este país estuvo por detrás de algunos de los más recientes golpes de Estado que vivió la región, en Honduras, en Paraguay y, recientemente, en Brasil.

Hace algunos pocos días, Donald Trump ha sorprendido al mundo con una nueva amenaza de intervención militar en nuestra región. La víctima de semejante atropello ha sido esta vez la República Bolivariana de Venezuela. Las expresiones de Trump están lejos de ser un exabrupto.

Encuentran eco y estimulo en ciertos sectores de la oposición nacional al gobierno. Siempre que los Estados Unidos actuaron contra una nación latinoamericana, contaron con aliados locales que se beneficiaron política y económicamente con la invasión imperial. No está siendo diferente ahora, aunque este nuevo ataque ha sido rechazado, inclusive, hasta por algunos activos opositores venezolanos, así como por casi todos los gobiernos latinoamericanos.

CLACSO expresa su más enérgico repudio a estas declaraciones. Creemos que cualquiera sea la posición que cada uno tenga sobre la crisis política que vive Venezuela, debemos unirnos sin distinciones para expresar nuestro firme rechazo a la violación de la soberanía de cualquier país latinoamericano y caribeño.

Consideramos que sólo los venezolanos y las venezolanas podrán superar, mediante el diálogo y la deliberación democrática, la grave coyuntura que enfrenta el país. Como lo hemos hecho en diversas oportunidades, nos manifestamos a favor de la paz, contra toda forma de violencia y por el irreductible derecho de Venezuela y del pueblo venezolano a resolver su crisis, consolidando y fortaleciendo la democracia en el país.

Ha llegado la hora de ponerle un fin definitivo a la injerencia estadounidense en nuestros asuntos internos. Ha llegado la hora de ponerle fin a las violentas, autoritarias e imperiales operaciones militares estadounidenses en nuestro continente. Ha llegado la hora de afirmar de manera colectiva y sin eufemismos el más pleno derecho a la autodeterminación y a la soberanía de nuestros países. Debemos seguir denunciando que actitudes como las del presidente estadounidense, Donald Trump, son la puerta de entrada al fascismo, a los regímenes dictatoriales y a la imposición de un permanente estado de excepción en nuestra región.

 

Comité Directivo

Secretaría Ejecutiva

CLACSO

 

Por REDH-Cuba

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